domingo, 6 de marzo de 2011

Capítulo 17


[][][]Un buen día te pones a pensar lo mucho que te ha cambiado la vida por un cabrón que te la destroza sin ni siquiera preguntarte cómo quieres vivir tu propia vida.[][][]

Ya no tenía el amor como objetivo en su vida. Desde muy pequeña había perdido toda ilusión de vivir y mucho más de amar. Hace mucho que había dejado de ser una niña. Perdió su infancia de un día para otro sin ni siquiera pedirlo.

Verónica nunca tuvo una infancia fácil. Su familia solo tenía dinero para comer y poco más. Vivía en un barrio poco agradable, a cada calle que recorría encontraba jeringuillas tiradas por el suelo, a cada esquina por la que giraba descubría una mujer distinta con ropaje ligero y acomodado, por eso su madre no la dejaba salir mucho de su casa. La mayor parte del tiempo permanecía en su habitación o sentada en el pupitre de la clase del colegio donde iba.

Ella apenas tendría nueve años cuando perdió toda conciencia de lo que es divertirse, y de lo que es ser niña. Solo nueve años. Inocente. No sabía nada de la vida. Se encontraba en casa día y noche, excepto cuando iba al colegio. Muerta de envidia al ver a otros chicos y chicas jugando en el patio, mientras ella solo miraba sin entrar en juego, simplemente porque no le apetecía. A Verónica solo le apetecía comer el almuerzo para tener fuerzas para continuar el día con una energía aceptable. Ella apenas tenía muñecas con las que jugar. Su familia no tenía mucho dinero, casi no tenían dinero, ni siquiera, para comer. Todos los días iba a la habitación de su hermana, que tenía trece años, a pedirla que jugaran al veo veo o a las palabras encadenadas o a cualquier otro juego que no necesitase de fichas, tableros o tecnología. Su hermana siempre le decía que no, que esos juegos eran para críos pequeños y no para ella.

Verónica se fijaba siempre en su hermana mayor como un ídolo a seguir. Ya sabía que su hermana no iba a jugar con ella por ser demasiado pequeña.

Un día pilló a su hermana con un chico que era algo mayor que ella despidiéndose en el portal. Se abrazaban. Se besaban en la boca. Se tocaban. Cuando entró por la puerta de su casa le preguntó por ese chico:

-Hermanita... ¿quién es el chico con el que estabas en el portal- Preguntó interesada.
-Pues veras... ese chico se llama Adrián y es mi novio, pero me tienes que prometer que no se lo dirás a nadie. Será un secreto entre tú y yo.
-Por supuesto,- Aseguró- lo prometo. Pero, ¿que estabais haciendo?
-Pues... estábamos jugando a comprobar quién se quiere más.
-¿Quién ganó?- Su hermana soltó una pequeña risita por lo bajo, Verónica no entendió por qué.
-Yo, como siempre.
-¿Puedo jugar contigo?
-No Verónica, aun eres muy pequeña- Le alborotó el pelo y después la abrazó- pero que sepas que te quiero.
-Yo también hermanita.

Verónica vivía con su madre, el novio de su madre y con su hermana. Su madre, la mayor parte del tiempo la pasaba fuera de su casa. El novio de su madre tampoco se pasaba mucho por su lugar de residencia, y cuando venía, venía bebido y oliendo a alcohol. Su hermana nunca le llamaba por su nombre, casi ni le llamaba, mas no se llevaban muy bien.

Un día en el que el novio de su madre decidió no irse de bares, su hermana vino con un chupetón en el cuello y no se esperó que su padrastro se encontrase dentro de casa y le vio el chupetón.

-¿Y eso que es?- Dijo su padrastro aspecto de enfado.
-No es nada, me dejas pasar.
-¡No tienes edad para tener novio!- Tenía los ojos fuera de sus órbitas.
-¡Tú no me puedes decir nada! ¡Tú no me puedes controlar! ¡No eres mi padre!
-¡Claro que no soy vuestro padre! y dad gracias al cielo ¡Si fuera vuestro padre estaríais las dos en el cementerio!

Verónica se encontraba cerca y su padrastro las miró a ambas y cuando se fue paso rozándola con violencia en dirección al salón.

Y así terminó la conversación. Su hermana se encerró de un portazo en su habitación, Juan se fue al salón a ver la televisión y Verónica, presente en toda la discusión, se quedó clavada en el sitio sin saber lo que hacer. Finalmente se retiró a su cuarto. Él siempre decía que vivían bajo el mismo techo, pero que ellas nunca serían sus hijas y que por tanto nunca las llegaría a poner la mano encima.

La tensión dentro de la casa por lo sucedido fue en aumento. Su hermana y el novio de su madre se llegaron a no hablar y su hermana, a petición de su padrastro, fue castigada por su madre sin salir, ni siquiera para ir al instituto. La mayor parte del tiempo se lo pasaba entre las cuatro paredes de su habitación.

Ese mismo día su madre llegó más tarde de lo normal. Ella estaba dormida profundamente y su hermana también, esa noche quería dormir a gusto y tranquila, pero más bien aquella luna llena del oscuro cielo pronosticaba todo lo contrario. Eran las tres de la madrugada y Verónica despertó tras el estruendo del portazo que tuvo lugar en la habitación de su madre donde, a pesar, de tener la puerta cerrada se les oía discutir.

-¡Vuelves a las tres de la mañana, te espero en la cama y después no tienes tiempo para mí!
-¡No es razón para que todos los días vengas ciego de alcohol, con una cogorza considerable y mis hijas lo tengan que estar viendo!

Un sonido de piel con piel y al instante un grito ahogado y agónico. Después siguieron las voces de reproche de su padrastro:

-¡Pues las encierras! ¡A mí tampoco me apetece para nada verlas a ellas, no son mis hijas! ¡Demasiado que vivo en el mismo lugar que ellas! ¡Por lo único que estoy aquí viviendo es por ti y eso que muchas veces te encuentras por ahí vendiéndote! ¡Vete con tus hijas a los callejones por donde patrullas todas las noches y déjalas allí trabajando!

La puerta de la habitación de abrió violentamente, Verónica y su hermana estaban al tanto de lo que pasaba y escucharon los pasos aproximándose de su madre a su habitación.

-¡Y tú no vuelvas hasta que no hayas encontrado otro trabajo!

La puerta de la habitación se abrió y bajo el umbral apareció su madre con media cara roja y un ojo medio morado diciendo que se levantasen, que se iban. Agarró a sus dos hijas, a cada una de una mano y las dirigió al exterior del edificio. Verónica, ya fuera de casa empezó a hacer preguntar:

-¿Adónde nos dirigimos?
-Vamos a intentar encontrar una comisaría abierta.

Después de estar alrededor de una hora andando su madre se paró en uno de los bancos del parque que se encontraba cerca a su casa. Ella se sentó en el suelo e hizo que Verónica y su hermana se tumbaran en el banco. Se quitó su abrigo y lo puso por encima de sus hijas.

-Dormid- Dijo con voz dulce y desganada.
-Mamá, ¿por qué dijo que te vendías?

Verónica. Inocente. Pequeña.

-No lo comprenderías, aún eres una niña. Ahora duerme y no piense en eso- Su madre lo dijo mirando de reojo a su hermana.- Mañana volveremos a casa.

Esa "niña" sabía lo que había pasado. Su padrastro la había pegado y su madre iba a denunciarlo, pero se encontró con las puertas de todas las comisarías cerradas a cal y canto, y por lo tanto tuvieron que quedarse a dormir en aquel parque durante toda la noche.

Cuando despertaron, su madre ya estaba despierta, parecía cansada, como si no hubiese dormido en toda la noche. Las hizo levantarse y se empezaron a alejar del parque hacia su casa, pareció haberse arrepentido de denunciar la agresión. Llegaron a casa, su padrastro ya no se encontraba en casa y en el momento en el que entraron su madre se despidió de ellas y se marchó nuevamente a la calle.

-¿A dónde te vas, mami?
-A traer algo de comida a estos cimientos.- Terminó de hablar con Verónica y se dirigió a su hermana- Tú, vete a tu habitación dentro de poco vendrá vuestro padrastro.

Estaba a punto de apagarse ese sol amargo que lucía en el horizonte para dar paso a un cielo sangriento de mal agüero. Era un sol que parecía ser feliz, pero que con él llegaría el día más triste de la vida de Verónica, que más tarde recordaría para toda la eternidad con mucho dolor, sufrimiento, de noches de llorar a solas, sola en su habitación y días en silencio por vergüenza y por miedo a hacerse más daño aún del que ya le habían hecho.

Su padrastro había decidido disfrutar del día dentro de casa viendo la televisión. Llegó sobre las tres de la tarde y desde entonces no a salido del salón, donde Verónica se encontraba. A Verónica le agradó mucho la presencia de su padrastro aquel día, porque en los anuncios se ponían a jugar. Su hermana se encontraba aun en su, ahora, desordenada habitación encerrada, se encontraba escuchando música o hablando por teléfono. Deberían ser las nueve. Verónica y su padrastro estaban sentados en el sofá viendo Tom y Jerry. El novio de su madre se había tomado unas pocas copas de más, pero a Verónica ese día no le importaba demasiado, ya que su padrastro ese día no se había portado del todo mal con ella. Y ahí empezó todo, en un sofá frío del que no volvería a querer saber nada de él, con su hermana encerrada en su habitación haciendo vete-a-saber-qué, con su padrastro sentado a su lado con alguna que otra copa de más, con los últimos lloros de sol rojizo entrando por la ventana del salón y viendo unos dibujos animados que más tarde renegaría haberlos visto algún día. Su padrastro respiró. Verónica resopló. Su padrastro la miró. Verónica bostezó.

-Verónica, ¿tú me quieres?- La pregunta le vino a Verónica de improvisto.
-Sí.- Ese día le quería muchísimo, porque había estado todo el día jugando con ella y viendo la televisión juntos.
-¿Pero, me quieres como padre?
-Sí.

Su padrastro apagó la televisión, pero Verónica ya hacía tiempo que había dejado de hacerle caso a los dibujos que echaban por ella. El novio de su madre hizo que la mirase sosteniéndola el mentón. Verónica le miró directamente a los ojos. Él cogió su vaso de Ron que se encontraba encima del reposabrazos y se lo terminó de un trago.

-Me puedes llamar papá si quieres.
-Vale, papá.
-Llamame papi, por favor.
-Vale, papi.

A su padre biológico de pequeña le llamaba papi y su padrastro lo sabía. No se habló más, pero la situación final no fue esa. Su padrastro se empezó a acercar a ella. Verónica empezaba a notar su respiración muy cerca de ella, como si la estuviese soplando al oído y se quedó quieta, no sabía cuál iba a ser el próximo movimiento de su padrastro, pero parecía que a Verónica le habían dado al "pause". Se había olvidado de moverse. Se había olvidado de respirar. Se había olvidado de hablar. Se había olvidado de preguntar. Se había olvidado de gritar. Se había olvidado de llorar. No sabía hacer nada. No sabía que hacer y se quedó congelada. Quieta. Sin gritar. Sin llorar. Quedó a las expectativas de lo que hiciera el novio de su madre. Sin esperarlo notó una boca deseosa con una respiración agitada en frente de la suya. Su mano se introdujo por debajo del camisón que portaba en esos momentos Verónica, notaba cómo sus manos callosas iban subiendo poco a poco sin detenerse en ningún tramo hasta llegar a sus pequeños pechos aun sin formar, también notó cómo su padrastro cuidadosamente la iba desnudando sin que ella pudiera reaccionar. Él tocó su cuerpecito infantil de forma impura, maliciosa y con las claras expectativas de hacer daño eterno. La cosa no quedó ahí. Él la obligó a tocarle también. Verónica sabía que eso no podía ser un juego, porque no le gustaba. Quiso gritar y no pudo. Quiso llorar y no pudo. Quiso deshacerse de su padrastro y le fue imposible moverse.

Un cuerpo de nueve años desnudo ante la atenta mirada llena de ansia de un hombre malvado. Una infancia destruida, encerrada bajo sus propios escombros. Una infancia rota por la avaricia de un hombre. Una infancia sin base, pero que quería crecer y ser feliz sin que nadie se opusiera a ello.

La situación se repitió durante muchos días hasta que Verónica no lo soportó más, discutió con su madre y se fue a vivir con su abuela con su sufrimiento escondido tras unos labios sellados a prueba de bombas.

Ahora Verónica odia a los hombres y los utiliza de quita y pon, le da ídem que sientan algo por ella que no, le da igual que sean huérfano que adoptados, con experiencia o sin ella. Verónica no ha llegado nunca a estar enamorada, no sabe lo que es eso.

Al cabo de un año del suceso, Verónica descubrió que su madre trabajaba de prostituta. No pasaron ni dos meses en casa de su abuela, cuando una noche en la que no podía dormir porque le vinieron recuerdos del pasado, Verónica se metió en su habitación cogió un cuter y se intentó suicidar.

Verónica a los nueve años dejó de ser niña, dejó de ser niña a la fuerza, fue obligada a no ser niña, fue condenada a no tener infancia por el delito de querer jugar.

31 comentarios:

  1. ohh que bonito, me tienes enganchada :)
    te sigo!
    este es mi blog, pasate ^^

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  2. Gracias :) me alegro de que te guste. Ya me pasé por tu blog, intentaré leerlo más detenidamente y comentarte.

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  3. Hola Akuanauta, impresionante historia, la leo y reflexiono, suspiro y siento tristeza por tantos niños que en el mundo viven un situacion parecida.......La vida es cruel aveces con quien no debe....Te dejo un beso, cuidate.

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  4. Muchas gracias Sandra. Sí, es triste pensar que ocurra todavía. Besos

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  5. tú también, que te lo pases bien. Besos.

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  6. Muy impactante y real tu relato, tengo que decirte que esta muy bien escrito y me he quedado con ganas de leer mas, te felicito y te sigo, besos con mi ternura.

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  7. al final tendré que seguir subiendo capítulos, porque hace mucho que deje de hacerlo, para ponerlo en otro sitio o en alguna página más vistosa. Muchísimas gracias Arwen.

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  8. Te dejo el enlace del video para que lo veas y eso que se repite no tiene traduccion, lo importante es lo que dice lo demas de la cancion y lo del final no es mio...besoss y muchas gracias por visitarme.

    ahh por cierto que lo importante son tus letras no el blog...pero vaya que puedes ponerle cualquier fondo que te guste, yo normalmente los saco de los fondos de pantalla...si necesitas ayuda me lo dices...

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  9. Me falto el enlace perdona:

    http://youtu.be/VjbCp7w5Oww

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  10. Bueno el mayor problema para terminar esta historia es el tiempo, la tengo a medias, para cuando la termine y decida hacerlo más bonito, ya te lo diré, que me encanta la decoración, vi en los otros que te gustan los vampiros y también el aviso para los que les da por coger el arte de otros con su nombre, no he podido agregar los otros por la mima razón que no se me carga el video; me va muy lento el ordenador porque he tenido que coger un pincho con red y ahora solo hace lo que quiere, de todas formas gracias y ya conseguiré verlo cuando pueda, porque tiene que ser preciosa.

    Besos.

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  11. Conheço o problema que conta!
    Essas crianças deixam de ser crianças a partir desse momento.
    E o momento as acompanha para toda a vida até à morte e depois da morte.

    O destino se modifica, a alegria desaparece e vivem com o medo absurdo de que essa vergonha seja descoberta.

    Só a morte para um pedófilo. Só a morte!

    Bom texto, bem contado sem ferir, mas profundamente triste!

    Maria Luísa

    p.s.escrevo poesia

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  12. Te agradezco mucho la comprensión y las palabras que aquí depositas. Gracias por leerlo.

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  13. Un relato duro y seco como el esparto. Una infancia rota y muy, muy triste. Una buena historia y más real de lo que pueda parecer.

    Muchas gracias por tu visita y tus palabras.

    Recibe mis saludos

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  14. Amigo

    Me pedes para explicar o poma, mas isso não é possível.
    O poema é para ser interpretado conforme o sentir de cada um. O poema é feito de metáforas, simbolismos, ficcionismos
    e grandes verdades.E tu sentes e entendes a teu modo!

    Gracias por me acompanhares no caminho que percorro.

    Mª. Luísa

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  15. josé: Gracias por la compasión de lo que mis letras cuentan aquí y saludos a ti también, seguiremos comentando.

    María: Tranquila lo sé de buena cepa que cada uno le da su rumbo a las historias y gracias a ti también por compartir igual el camino conmigo

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  16. Hola Akuanauta, siempre bello leerte. Besos, cuidate.

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  17. Es un relato muy bonito pero muy triste. Enhorabuena

    una abrazo

    fus

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  18. Saludos y beso, cuidate mucho. Gracias.

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  19. Difícil narración ...dura...

    Y sin embargo, queda la vida... y con la vida, todo

    Paz&Amor

    Isaac

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  20. Poetiza: gracias por no olvidarte ni tan siquiera en este blog, últimamente inutilizado, de saludar.

    Besos.

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  21. Fus: Gracias por los ánimos tardaré mucho en renovar esta historia, gracias por el apoyo.

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  22. Isaac: Como dice mi padre; la vida sigue.

    Gracias.

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  23. Hola Akuanauta, paso a leer de nuevo y dejar un beso, cuidate mucho.

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    1. De verdad, muchas gracias, no pensaba que llegase a gustar tanto la historia.

      Besos.

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  24. Akuanauta, paso a dejarte saludos y un beso, cuidate mucho.

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  25. triste y profunda historia que por desgracia suele ocurrir sin que nadie haga algo para poner fin a estos entes pues no merecen ser nominados personas que cortan la flor del jardín sin ningún escrúpulo y conciencia.
    Besinos de esta admiradora.

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  26. Estremecedor relato y muy real por desgracia. El miedo paraliza y eso hace que no se denuncie.

    Te sigo.

    Saludos!

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