miércoles, 15 de diciembre de 2010

Capítulo 15


[][][]Nunca sabes que piedras se te pondrán en el camino. Nunca sabes como ni cuando terminará tu vida, así que haz de cada momento que vivas el mejor de tu vida.[][][]

Un mes de enero de hace aproximadamente diez años, cuando todos los alumnos de primero de primaria regresaron de sus vacaciones de navidad con sus regalos, un chico nuevo se disponía ha empezar ese año, como novato, en aquel colegio en el que ella estaba.

Diana se llevaba muy bien con casi todo el mundo (siempre había excepciones), tenía su grupo de amigas y era popular. Pero, a diferencia de muchas otras, no se lo tenía creído. Diana ya desde primaria apuntaba maneras, era atractiva, femenina y seductora. Era una chica sencilla, que buscaba y daba cariño y comprensión. Una chica afectiva, simpática y que se dejaba querer por cualquiera que se lo mereciera.

El chico nuevo, nada más llegar, se ganó el respeto de toda la clase excepto de Diana, que le parecía el típico chico que alardeaba mucho sobre todo y luego no sabía ni tenía nada de lo que decía. Pero un día en un mes de marzo, la profesora le ordeno que se pudieran por parejas tal y como ella indicase. Andrés, que así se llamaba el novato de la clase, le toco con Diana. A Diana, al terminar la clase, le resultó un chico simpático, y a partir de entonces Diana y Andrés junto con Gema fueron grandes amigos. Se lo contaban todo entre ellos. Diana, Gema y Andrés era el grupo de amigos más envidiado por todo el colegio. Nunca se dirigían una palabra más alta que la otra, casi nunca tenían una discusión lo suficientemente fuerte como para acabar con una amistad tan sólida como la suya, todos los problemas los solucionaban hablando entre ellos. En fin, unos amigos de los de verdad y para toda la vida.

Un mal día, Diana con ya con doce años, en su casa, estaba tranquilamente jugando con su ordenado, en minijuegos, en un juego para varios jugadores, una persona desconocida le envió un mensaje privado, solo para ella, solo lo podía leer ella, esta lo abrió.

"Hola, ¿eres chico o chica?"
"Chica, ¿tú?"
"Yo soy un chico. ¿y cómo te llamas?"
"Diana."
"Un nombre muy bonito, encantado."

Aunque a Diana le hubiese fastidiado que le hablase por privado, no le cayó especialmente mal, parecía simpático. Había dicho que su nombre era muy bonito.

"¿Cuántos años tienes?"
"doce."
"¡Anda!, casi igual que yo. Tengo trece."

Y encima tenía casi los mismos años que ella. ¡Podrían llegar a ser amigos!

"¿De dónde eres?"
"De Murcia, vivo en los Alcázares, ¿y tú?"
"Pues te vas ha sorprender, pero soy de la misma zona."

Pues sí, a Diana le sorprendió bastante que viviesen los dos en los Alcázares y ni tan siquiera le conociese de vista.

"¿Tienes MSN?"
"¿Lo quieres?"
"Sí. Más que nada para seguir hablando."
"DAG_diana_3@hotmail.com"
"Vale, gracias, ¿podríamos seguir esta conversación por el MSN?"
"Claro"
"De acuerdo. Te agrego."

El juego ya le importaba poco, no le hacía caso, estaba más pendiente de lo que aquel chico hablaba con ella. Por eso cerró la página de minijuegos y se conectó al MSN. Nada más abrirlo, le apareció un recuadro, el cual anunciaba que alguien la había agregado y que si ella también aceptaba ese nuevo contacto en su MSN. Dio a aceptar. Se colocó como visible y empezó ha hablar primero ella.

"Me caes bien."
"¿Si?"
"Sí. ¿Quieres que seamos amigos?"
"Como quieras. ¿Tienes cam?"
"Sí, pero tengo que enchufarla."
"Es que quiero ver como eres de guapa."
"Ya está conectada."

Le envió la invitación a la cam y esperó a que aceptase. Aceptó. Solo se abrió una ventana, la suya. Esto le sorprendió.

"¿Por qué no sale tu ventanilla para poder verte yo también?"
"Es que no tengo cam."
"Ah..."
"Piensas en lo que quieres ser de mayor."
"No, nunca lo he pensado."
"Podrías ser modelo ¿sabes? Eres muy guapa."
"Gracias."
"Tengo una idea: posa para mí y yo te puedo hacer modelo."

Que majo era aquel chico. La decía que era guapa y que podría ser modelo si poso para él. ¿Se podía ser modelo a una edad tan temprana?

"¿Y cómo quieres que pose?"

La fue explicando como ponerse. Primero de frente. De perfil. De espaldas. Luego la convenció para ponerse en ropa interior diciéndola que era así como las modelos salían a las pasarelas de Madrid. Diana se lo creyó, porque en los telediarios, a veces veía ganadoras de desfiles, que eran muy jóvenes y que iban en ropa interior, así que le hizo caso.

"Perfecta."
"Gracias. Oye ¿me puedo poner ya la ropa? esto me da un poco de vergüenza y si vienen mis padres..."
"Una última petición: desnudate."

Esa palabra ya no le gustaba tanto, pero cuanto antes terminase, menos opción tenia de que sus padres la vieran así en la habitación. Sin discutir, se quitó el sujetador y lentamente también las braguillas. Bajó la cabeza, le daba mucha vergüenza y se había puesto muy roja.

"No te avergüences de ser tan guapa."

Esas palabras escritas en la pantalla de su ordenador la animaron mucho y se puso a desfilar por su habitación tal y como ya la dijo.

"Bueno me tengo que ir. Mañana te conectas y te digo que tal ha salido el tema."
"De acuerdo, mañana intentaré conectarme."

Él se desconectó primero. Diana se quedó desnuda delante del ordenaron durante unos segundos pensando en lo que había pasado y que, al día siguiente, le contaría a Gema y Andrés que iba a ser una modelo famosa. Poco después se vistió. No les dijo nada a sus padres.

Al día siguiente le contó a sus amigos lo que ocurrió. Se ahorró el contarles que la ordenó ponerse en ropa interior y desnudarse. Se limitó a contarles que un chico la estaba intentando ayudarla a ser una gran modelo profesional. Al finalizar las clases la desearon suerte y quedaron en que al próximo día les contaría, a Andrés y Gema, que tal le iría.

Cuando llegó a casa sus padres no se encontraban en ella. Casi no los veía en ningún momento. Pero ya estaba acostumbrada, así que no le importó demasiado. Encendió el ordenador y se conectó al MSN. Allí estaba.

"Hola."
"Hola. ¿Qué pasa con lo de ser modelo?"
"¿Quién ha dicho que vallas a ser modelo?"
"Me lo dijiste tu ayer."
"Yo no he dicho nada. Quiero que te desnudes de nuevo."

No le apetecía desnudarse. No quería desnudarse para él. Había roto una promesa que le hizo el día anterior y enzima quería que se desnudase de nuevo para él.

"No."
"Tengo fotos tuyas. Las puedo colgar en Internet, y las verán tus padres y amigos."

No quería que nadie se enterara de lo que pasó el día anterior en su habitación. Aquel chico ya no le caía bien, la estaba chantajeando, pero no quería que lo supiera nadie. Se le entumecieron los ojos y se la pusieron rojos.

"No llores. Eres muy guapa para ello. Tranquila, nadie más sabrá de esto, solo yo."

Poco a poco se empezó a desnudar hasta quedarse completamente desnuda, luego desfiló nuevamente por su habitación tal y como él le dijo ayer. Al cabo de media hora este sujeto se desconectó dejando a Diana sin ropa y totalmente destrozada por dentro. No había parado de llorar, pero parecía que al chico no le importaba lo más mínimo. Esa noche no pudo dormir ni un solo minuto.

Al siguiente día no tuvo más remedio que ir al colegio, aun que ella no tenía demasiadas ganas de ir. En la puerta se encontró con Gema y Andrés.

-Hola.- Dijo Gema.- ¿Qué tal vas con lo de ser modelo famosa?
-Bien.- Contestó desganada.
-Oye, no tienes buena cara. ¿Qué pasa algo?- Preguntó Andrés.
-¡No me pasa nada!

Nada más lo dijo se fue corriendo hacia el interior del colegio y llorando a moco tendido. Quería contarles todo lo sucedido, pero no podía y eso le daba mucha impotencia. Durante todo el día estuvo ensimismada, con la cabeza en otro sitio. No atendió a ninguna de las clases. No habló con nadie. Tampoco le dirigió la palabra a ninguno de sus amigos en toda la mañana ni se atrevió a mirarles a la cara. Cuando terminó el colegio, Diana, se fue deprisa del centro, sin detenerse para hablar con nadie y sin despedirse de Gema y Andrés. Iba de camino a su casa con paso ligero, porque no quería pararse. Iba medio llorando.

-¡Espera!- Era Andrés. La estaba siguiendo.- ¡Espera!

Se dirigía a toda velocidad hacia ella, y Diana apresuró más aun el paso. Pero al final la logró alcanzar y la agarró de un brazo para que frenase.

-¡Suéltame!

Con un ágil, pero desganado gesto del brazo se desembarazó de Andrés. Este la siguió.

-Ey... ¿Qué te pasa?
-Nada.
-¿Es por mí? ¿Te he hecho algo que te haya enfadado?
-No, no es por ti.

No aguantó por más rato, se derrumbó en el suelo y empezó ha llorar. Andrés se arrodilló a su lado y la abrazó en modo de protección.

-No es por ti.- Repitió Diana.
-Dime lo que te pasa...
-No quiero que sufras.
-Ya estoy sufriendo.- Replicó.

Diana le contó todo lo que pasó realmente con el caso de ser modelo. Se lo contó todo, no se dejó nada. En ningún momento de la conversación paró de llorar. Cuando finalizó de contar la historia le rogó que no le contase nada a Gema.

-Vamos, tenemos que denunciarlo.
-¡No! Por favor.
-De acuerdo, como quieras. Tranquila. haré todo lo que esté en mis manos.

Así fue, Andrés la ayudó en todo lo que pudo. Haciendo caso a las peticiones de Diana, Andrés no le dijo nada a nadie.

Al cabo de dos meses ya lo tenía casi superado. Ella hizo caso de todas las recomendaciones que su amigo le hacía para olvidarse del tema. Diana no volvió a hablar con aquel chico. Le borro de sus contactos en el MSN. Andrés la acompañaba todos los días hasta su casa en modo de protección. La estaba ayudando mucho más de lo que pensaba. No se lo contó ni siquiera a Gema. A veces se ponía a echar maldiciones por lo bajo a la persona que le hizo eso a su amiga.

Un día iban hablando animadamente de camino a su casa, con la vestimenta de verano. Estaban hablando sobre como pasarían ese año las vacaciones de verano. Todo ocurrió muy rápido. Andrés se despistó con una tienda de repostería que acababan de abrir. Sin darse cuenta se puso a cruzar un semáforo que estaba en rojo. A Diana no le dio tiempo a cogerle del brazo antes de que un coche le atropellase. El vehículo se dio a la fuga. Ella se dirigió a toda prisa a socorrerle. Se le empañaron los ojos, pero tuvo voz para pedir ayuda. Nadie se paraba, todo el mundo pasaba por allí haciendo caso omiso a la situación. Un señor la cogió del hombro y la levanto preguntándola algo que ni siquiera pudo escuchar. No hizo falta, en cuanto vio al chico tirado en la carretera se llevó la mano al bolsillo y se acurrucó a su lado. Diana se fue a la acera, pero no logró hacer nada más. Para ella la ambulancia tardo demasiado y cuando subieron a Andrés a ella Diana suplicó por todos los medios ir con él, pero no la dejaron subir. Envuelta en lágrimas se dirigió a casa de Gema a contarle lo que le había pasado a Andrés. Decidieron ir en ese mismo momento a la UVI para saber que le había pasado. Cuando llegaron las dijeron que el chico había muerto en la ambulancia. Para Diana fue como abrir una herida aun no curada. Él era el único que sabía lo que había pasado con el MSN. El único que la había ayudado a superarlo. Fue como morirse con él. Diana no volvió a levantar cabeza. Los padres de Andrés nunca la perdonaron lo que pasó con su hijo. Diana tampoco se lo llegó a perdonar. Nunca le contó ha Gema lo que sucedió realmente en el MSN ni que pasó con el tema de "ser modelo". Desde aquel momento jamás volvió a ser la misma.

Capítulo 14


¿Qué le diría cuando le viese? lo primero disculparse, de eso estaba segura. ¿Y si él le decía todo lo que sentía? ¿qué le diría? No estaba preparada para otra relación con nadie, solo acababa de salir de una realidad relativa que ella misma se había atribuido a si misma sin saber que esa no era la realidad que tenía que seguir.

No quiere hacer daño a nadie más, pero si Germán le dijera a ella todo lo que él siente por dentro no tendría más remedio que hacerlo. Aun que hace años que sucedió, sigue estando muy presente en su corazón y no está muy segura de que esté preparada para nada más que para ser amiga de aquel chico.

Gema estuvo esperando durante mucho tiempo, pensó en muchas cosas de las que hizo, también de las que no hizo y pudo llegar ha hacer, de todo ello se arrepentía, ¿habría solución? De momento había una cosa que podía solucionar con solo disculparse, pero ¿el chico se conformaría con solo eso?

Espero durante una hora aproximadamente, pero no se cansó. Su amiga tenía razón: debía regresar a la vida para recordar todo lo que arriesgó por ella. Al final vio acercarse poco a poco a Germán por la esquina de una casa, que supuso que era la suya.

Él se iba acercando con aparente calma y ella le vio acercarse también con una calma aparente, porque no sabía lo que decirle. Pedirle disculpas, eso estaba claro, pero después ¿qué? ¿qué pasaría? ¿qué le diría él? estaba muy nerviosa, no le importaría ser amigo de Germán y relacionarse con gente nueva, pero ¿y si se le declaraba? ¿qué diría? ¿le diría que no puede ser? ¿le contaría el por qué no puede ser? Germán se merecía una explicación, pero no estaba dispuesta ha abrir una herida que había empezado ha cerrar en el momento en el que llamó su amiga.

Ya estaba en frente suyo, imaginaba que no se atrevería ha hablar primero y empezó ella misma con la conversación.

- Hola, lo siento, me parece que el otro día no nos presentamos como es debido.- Decidió empezar con tono irónico para intentar romper la tensión que hace unos pocos días ella provocó- Me llamo Diana.
- O-hola yo soy Germán.- se le notaba nervioso y tenso.
- Encantada.- Se acercó a darle dos besos para presentarse como es debido.
- O-oye, perdón por lo del otro día, no tenía derecho ha ponerte la manta por encima y mucho menos a pedírtela con tanta desfachatez.- No se lo podía creer, aquel chico se estaba disculpando por algo de lo que no tenía nada de culpa, pero aún le sorprendió más lo que le iba a decir y proponer a continuación- Verás, desde el día en que te conocí, me he estado preguntando por qué, después de lo que me hiciste, sigo pensando en ti.- Se sintió culpable por la última frase que pronunció. No tenía ningún derecho ha haberle tratado de tal manera el día que le conoció. Parecía que se había decidido ha declararse. ¿que sigue pensando en mí? buff... eso si que la agobiaba- Es porque te quiero, desde hace mucho.- la agobiaba de verdad- Quiero que estés siempre conmigo, que me des parte de tu cariño, no solo en mis sueños, tampoco quiero que formes parte de mi vida, quiero que sea la nuestra, quiero tenerte de verdad.

¿Ya lo había dicho todo? y ahora ¿qué hacía? Se muerde el labio inferior y piensa en lo próximo que va ha decir. ¿Pero en qué estaba pensando? lo primero que haría es disculparse por lo dicho y hecho aquella noche tan tormentosa.

- Perdoname tú a mí, he estado tan obsesa con mis problemas, que no he pensado que hay más personas con problemas. Por no pensar no he pensado ni tan siquiera en la posibilidad de que había más gente alrededor mío.- Comentó irónicamente para intentar quitarse tensión de encima, pero en vez de eso se puso más nerviosa pensando en lo próximo que iba ha decirle. Le iba a rechazar. Hizo una pequeña pausa, que a ella le pareció eterna. Se mordió nuevamente el labio, tomó aire y empezó ha parlar de la negativa a la negación de Germán- Y con respecto a que me quieres, eh... nunca me he planteado que nadie me quiera, eh... y no creo que yo te corresponda, eh... buff... no se, me siento agobiada.- Todo era verdad, nunca se ha planteado que ninguna persona se enamorase de ella de verdad.
- No te preocupes, tomate tu tiempo, puedo esperar un poco más.- Aquel chico era increíble. Habiéndole hecho todo lo que le había hecho y aún decía que podía esperar.

Saltó sobre su cuello y comenzó a llorar. Germán le había dado un tiempo para pensar y parecía estar dispuesto ha esperar hasta que tuviera una respuesta concreta. Ella no estaba dispuesta a empezar ninguna relación con nadie, pero no pretendía que Germán se quedase expectante a recibir una respuesta por su parte para al final decirle que no. Él correspondió a su abrazo y la apretó con todas sus fuerzas a su cuerpo. Llegó el momento de separarse. Se sentía a gusto con Germán y no quería que se alejase de ella, pero solo le quería como amigo. No estaba preparada y no pretendía prolongar el sufrimiento del chico por más tiempo.

- Lo siento Germán. No estoy preparada para una relación con nadie.

Le costó mucho pronunciar aquellas palabras, más por él que por ella, pero tenía que hacerlo, eso o tenerle sufriendo más tiempo del que debería. Se volvió ha lanzar a su regazo, pero este abrazo fue mas prolongado que el anterior.

- Lo siento, de veras.- Lo decía con sinceridad.
- No pasa nada.- A pesar de todo, no parecía tenerla rencor por nada.- Entonces, ¿amigos?

Se soltó de sus brazos para mirarle a los ojos. Le agradeció muchísimo que hubiese sido él el que pronunció esas palabras tan mágicas para ella, pero que a Germán, con toda seguridad, le afectaron bastante.

- No lo dudes.

martes, 7 de diciembre de 2010

Capítulo 13


A los cinco minutos de echarse sobre la cama para reanudar la partida que tenia con los sentimientos que tenía a flor de piel, alguien le llamó al móvil, Aquél día decidió coger las llamadas y enfrentarse a lo que le dijesen. Era su amigo. Decidió cogerlo.

- Sí que has tardado en cogerlo, ¿he?
- Es que no lo oí- Mintió, una mentira que no servía de nada, puesto que su amigo lo sabía todo y así fue como Juan se lo hizo saber a él.
- No es necesario que te disculpes, sé lo que te pasa- ¿Lo sabe?
- ¿Lo sabes?- ¿Qué sabía? ¿lo de Diana? no, no puede ser. ¿Tanto se le nota?
- Lo sé.- hizo una pequeña pausa- ¿Qué pasó el otro día cuando os presentamos?
- Nada importante, una gran estupidez mía.
- Pues deberías hablar con Diana y pedirla disculpas, está esperando ha hablar contigo.

No se lo podía creer, Diana no estaba allí por rutina, si no para hablar con él. Le dio un vuelco el corazón y a la vez se quería morir, había perdido un gran tiempo en llorarle a la almohada sin saber que Diana estaba en la orilla para hablar con él. Tampoco sabía que decirla, no tenía un discurso, no tenía un plan, en realidad nunca lo ha tenido, siempre se ha dejado guiar por lo que el corazón tenga que decir al respecto, pero en esa ocasión tenía miedo de quedarse como la última vez, sin palabras, mudo y tenía mucho miedo de que le rechazase.

- No, no puedo.
- ¿Por qué? tu estás coladito por ella- No era una pregunta, si no una afirmación.
- No,- Ala, una y otra vez contra la pared ¿por qué era tan tozudo?- seguro que me rechaza, no estoy seguro de que me vaya ha aceptar.
- El riesgo es fundamental para conseguir lo que uno se propone. Nunca se sabe. Nunca se está seguro. Pero uno se arriesga igual. La seguridad es para los que no aman lo suficiente.- ¿Hablaba por experiencia propia?- ¿Tú la amas?

¿La amaba? por supuesto, sin duda alguna. Si no ¿por qué ha estado llorando todos esos día, todas esas noches en vela? ¿por qué era ella el centro de sus pensamientos? Estaba completamente enamorado de ella.

- Sí, estoy completamente enamorado de ella, por eso mismo tengo miedo a que me rechace, por que si me rechaza me dolerá mucho.
- ¿Y no te duele ya?
- Sí, pero...- No sabía que replicar y agradeció que su amigo le interrumpiera para hablar.
- El no ya lo tienes. ¿No te das cuenta de que si te arriesgas puede que no lo consigas, pero si no te decides a decírselo no lo vas ha conseguir en la vida? amigo- Soltó un "ja" fuerte y forzado- esto es pura estadística, tienes el cincuenta por ciento de posibilidades de que te acepte, las mismas que tienes de que te rechace.- Notó que su amigo no decía nada y decidió dar por finalizada la llamada- Bueno, piensatelo. Te está esperando en la orilla para hablar contigo. yo que tu no me lo pensaba dos veces. Pero la decisión final es tuya, igual que la de Diana a sido presentarse allí para hablar contigo. Vamos animate y vé, te deseo suerte. Llamame cuando quieras, sabes que puedes contar conmigo.

No dijo nada más, es la segunda vez que no se despide de su amigo, pero en esta ocasión era diferente, en esta ocasión no sabía que decir. ¿Qué debía hacer? ¿por qué se queda parado sin hacer nada?, ¿por miedo?, ¿por miedo a qué? tal vez a que le rechace, pero ¿cuánto tiempo más podrá aguantar con ese sentimiento adueñándose de su corazón? ¿cuánto podrá resistir en silencio?

Juan tenia razón, si no la digo todo lo que siento por ella no tendré ninguna posibilidad, la dejaría plantada a orillas del mar y él se pasaría mucho rato llorando en aquella oscura habitación, en un día tan luminoso y frío a la vez por el temporal de tres días atrás. Igual que su corazón, que había mejorado, pero aún quedaban demasiadas secuelas de lo sucedido hace tres días en la misma orilla en la que ahora estaba aquella chica esperando ha hablar con él. ¿Por cuánto tiempo sería la chica que mirase por la ventana? Sí, estaba dispuesto ha averiguarlo en ese mismo momento.

Se levantó de la cama de un salto, decidido y, por primera vez, confiado de sí mismo. ¿Qué la dirá? aún no lo tenía del todo claro, pero la dirá que la quiere, la dirá que está enamorado de ella, que quiera estar junto a ella. Se vistió a toda prisa, se puso la chaqueta, salió de su habitación, se despidió de sus padres y salió a la calle al encuentro con Diana.

[][][]

Le temblaban las piernas, a cada paso que se acercaba a Diana, pero sus andares eran seguros y firmes, con un objetivo fijo, declararse.

Dio la vuelta a la esquina de su casa. Allí estaba, expectante a que él llegase, espectacular como ella sola. Ella en sí era espectáculo. Se iba acercando poco a poco y a cada paso que se acercaba le iban temblando más y más las piernas, hasta que llegó donde ella se encontraba y de pronto, su mente se quedó bloqueado. Dio gracias cuando fue ella la primera en hablar.

- Hola, lo siento, me parece que el otro día no nos presentamos como es debido.- ¿Le estaba hablando a él? ¡Claro! no había nadie más por allí, por supuesto que le estaba hablando a él.- Me llamo Diana.
- O-hola yo soy Germán.
- Encantada.- Y se acercó a darme dos besos.
- O-oye, perdón por lo del otro día, no tenía derecho ha ponerte la manta por encima y mucho menos a pedírtela con tanta desfachatez.- Ya estaban las disculpas hechas, ¿y ahora qué? ¿se declara? Toma aire y se dispone a soltarlo todo de golpe.- Verás, desde el día en que te conocí, me he estado preguntando por qué, después de lo que me hiciste, sigo pensando en ti. Es porque te quiero, desde hace mucho. Quiero que estés siempre conmigo, que me des parte de tu cariño, no solo en mis sueños, tampoco quiero que formes parte de mi vida, quiero que sea la nuestra, quiero tenerte de verdad.

Ya está ya ha dicho todo lo que tenía que decir. Cuando terminó de hablar empezó ha sentir mucho calor en la cara y acto seguido le volvieron ha temblar las piernas y sin darse cuenta fue bajando su mirada hasta sus pies.

- Perdoname tú a mí, he estado tan obsesa con mis problemas, que no he pensado que hay más personas con problemas. Por no pensar no he pensado ni tan siquiera en la posibilidad de que había más gente alrededor mío.- Hizo una pausa, esas palabras se correspondían a la parte de las disculpas. Ahora faltaba la segunda parte y al llegar a este punto parecía nerviosa, muy nerviosa.- Y con respecto a que me quieres, eh... nunca me he planteado que nadie me quiera, eh... y no creo que yo te corresponda, eh... buff... no se, me siento agobiada.- Sí era verdad, se mordía los labios.
- No te preocupes, tomate tu tiempo, puedo esperar un poco más.

Diana se le lanzó al cuello y empezó a sollozar, él la correspondió y la apretó con todas sus fuerzas, pero sin pasarse, a su cuerpo. Quería saber qué pasaba por su mente, que es lo que pensaba. Él también tenía ganas de llorar, no la quería perder e intentó prolongar aquél abrazo al máximo, pero llegó el momento de separarse.

- Lo siento Germán.- ¡Le había llamado por su nombre!- No estoy preparada para una relación con nadie.

Esas últimas palabra rompieron, en más pedazos, su corazón ya roto en dos. Ella se volvió ha morder los labios y nueva mente se abrazo a él, este abrazo duró más.

- Lo siento, de veras.- Lo decía con sinceridad.
- No pasa nada.- dijo como pudo y con un nudo en la garganta, que cuando llegase a su casa lo desataría sin cesar.- Entonces, ¿amigos?

Se soltó, me sonrió y volvió ha abrazarse a mí.

- No lo dudes.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Capítulo 12


Iban de la mano, hablando de todo y a la vez de nada. La suave brisa que acariciaba a ambos les hacia sentir muy bien, aunque también influía el echo de ir caminando juntos y de haberse dicho con toda sinceridad que se querían. Gema estaba siguiendo a pies puntillas su promese, solo pasear y hablar, de momento nada más.

Se preguntaron más cosas, para saber el uno del otro, coquetearon, jugaron, se hizieron bromas, rieron, pero sobre todo pasearon de la mano, se abrazaron mil veces y se dieron amor y cariño mil y una veces más. La noche parecía no tener fin, los minutos pasaban en un parpadeo, las horas parecían minutos y aquella noche era solo un suspiro, y un lamento cuando llegó la hora de despedirse. Antes tenían que hablar lo que ha sucedido en ese día tan tormentoso que, definitivamente, iba a finalizar en calma.

Juan acompañó a Gema hasta su casa para despedirse.

- A llegado el momento de despedirse.
- Sí, pero nos veremos mañana ¿no?- Era una pregunta retórica, sabía cual iba a ser la respuesta.
- Me da igual, no puedo esperar tanto.- Gema puso una voz de niña inocente, pero sabía que se tenía que ir en algún momento, y al parecer ese era el momento. No quería pero se tenía que aguantar.
- Pues me da que vas a tener que esperar.- Sonrió y la besó.
- Vale, si me lo pides así esperaré.- Le sonrió a su vez.
- Así me gusta.- La volvió a estampar un nuevo beso, pero este más prolongado.
- Bueno, tendremos que hacer algo con nuestros amigos ¿no?- Dijo Gema cambiando de tema.
- Sí, pero dejemos que lo solucionen por ellos solos.
- Pero les tendremos que llamar, Diana no es tonta y se habrá dado cuenta de lo que ha pasado.
- Y Germá no creo que salga en días. No se despidó de nosotros.- Se justifico ante la sorpresa de Gema- Eso es muy raro en él.
- De acuerdo, cuando hable con Diana y la convezca para hablar con Germán, te aviso.
- Como quieras. Me parece que ha llegado el momento de la despedida.
- ¡No...!- Se calló cuando Juan puso su dedo índice sobre sus labios y poco a poco acercó sus labios a los suyos para besarla por útima vez aquella noche. Gema se lanzo a su cuello para que no se escapase y poder saborearle un poco más.

El último beso terminó por parte de ella, que solo dejó de besarle, pero seguía abrazada a él.

- Te quiero.- Susurró.
- Y yo.- Correspondió en el mismo tono.
- Te tienes que ir.

Y con un último pico, ella dejó de abrazarse a él y vio como se alejaba de la zona hasta el día siguiente.

[][][]

Cuando Juan llegó a casa llamó a su amigo para preguntarle que había pasado y por qué se fue sin despedirse de nadie, pero Germán no le cogió la llamada. Supuso que estaría durmiendo y no insistió más.

Al día siguiente salió con Gema, pasearon como la noche anterior, se sentaron en un chiringuito y pidieron un polo y un refresco cada uno. Hablaron durante horas de lo mucho que se querían. Juan contó a su novia que a noche intentó contactar con Germán, pero no le cogió el teléfono, que por la tarde volvería ha intentarlo y que si tampoco esa tarde le contestase, esperaría a una señal suya.

Llegó la hora de la comida, prometiendose volverse ha ver también por la noche. Gema no podía por la tarde, porque ese día tenía que ir a patinaje. Juan se ofreció ha llevarla y ha verla patinar, pero ella se negó, le daba mucha verguenza que la gente la mirase cuando estaba haciendo patinaje. El chico cedió, pero acordando con su novia que algún día la iría ha ver. Juan llegó a su casa, se sento en su cama, cogió el teléfono y marcó el número de su amigo. Uno, dos, tres... Nada, no lo coge. Cinco. Colgó, dejó el móvil encima de la mesa, se acostó sobre la cama, cerró los ojos y esperó a que sonase la alarma que avisaba de la salida de Gema de sus clases de patinaje artístico.

Juan y Gema pasaron otra noche de enamorados. Juan le contó a Gema que su amigo nuevamente no le cogió el teléfono.

- No insistas, eso es que no te quiere.- Bromea con una sonrisa pícara.
- ¡Jo...! yo que veía por buen camino nuestra relación.- Juan decide seguirla la corriente- Entonces lo dejo en tus manos, cuando me llames intentaré actuar.

Fue otra noche romántica. Luego los respectivos se volvieron a sus casas para dormir y eperar al siguiente día deseosos de volver a verse.

En el siguiente día todo sucedió sin ningún sobresalto. Juan y Gema lo pasaron genial. Gema decidió llamar al día siguiente a Diana, hablar con ella y, fuese cual fuese el resultado, llamarle a él.

Después de tres días de estar saliendo Gema le llamó al móvil en señal de haber hablado con Diana. Así era.

- En realidad no ha sido una llamada muy amistosa, la he tenido que llamar una segunda vez porque se la veía muy alterada y me colgó, pero al segundo intento le dejé las cosas claras.- Le decía a su novio después de haber sacado definitibamente el tema.- Si la conozco bien, irá donde se conocieron la otra noche.
- Ok, ahora le llamo. Chao, te quiero.
- Yo más.
- No yo.
- Mentira.
- Verdad.
- ¿Y cómo pretendes demostrarme eso?
- ¿A caso dudas?
- Sí.
- mmm... ¿te lo demuestro esta tarde?
- ¿A qué hora?- Finalmente Gema había llegado al punto de la discursión deseado.
- A las cinco y media te voy a recoger.
- De acuerdo, hasta pronto. Te quiero.

y sin dar tiempo a recibir una replica de su boca colgó.

martes, 30 de noviembre de 2010

Capítulo 11


Se dirigía a toda carrera hacia la puerta de su casa, estaba llorando, no podía parar y la empezaron a fallar las piernas. No le apetecía para nada entrar en su casa, de modo que se frenó en seco cayéndose de rodillas en la húmeda arena y escondió su cara tras las manos y en una convulsión de hombros empezó a sollozar sin importarle nada. ¿Cómo puede estar tan afectada por algo que ocurrió hace tantísimos años? ella no tenía la contestación a esa respuesta y no pensaba que la tuviese algún día cercano.

Lo que le ha hecho esa noche su amiga no lo veía normal, y una persona que no conocía de nada y que no creía que tuviese nada que ver en todo ese asunto, que no cree que tuviese la culpa de nada, que le pareció estar allí porque su amigo, a quién tampoco conocía de nada, le guió. Se sentía como en el sueño, se sentía como si todo el mundo la observara y ella no se diese ni cuenta, se sentía como si todo el mundo fuese en contra suya, pero en esta ocasión no le pareció ver una luz al final del túnel, no le pareció haber oído la voz salvadora, y aquél chico, Germán, se ha llevado toda la palma de su cabreo por culpa de su amiga. O a lo mejor era por su culpa. Todos estos años centrándose en un problema que no tenía solución posible, que no se daba cuenta de que había más gente con problemas. Era una egoísta solo la interesaba solucionar su problema. Era una insensible, no le importaba lo mucho que doliesen sus palabras, ni el daño que pudiese acarrear a la gente que pasaba por su lado.

No se acuerda cuanto tiempo estuvo arrodillada en la arena, tampoco se acuerda cuando terminó durmiéndose. Al despertar se dio cuenta de donde se encontraba, miró hacia el mar y advirtió que el sol se levantaba a la vez que ella. Poco a poco empezó a recordar lo ocurrido la noche pasada, aunque decidió no haberlo hecho. La encerrona de su amiga y de Juan, de Germán que lo único que quería era hablar con ella, de la manta... No pensaba pedirle perdón, se arrepentía de todo lo que le digo, pero ¿quién era él para ponerla una manta por encima y luego pedírsela con todo el descaro del mundo? Estaba confundida, ya no sabía en quién confiar.

Se levantó cuando el sol ya se disponía a ponerse encima suya. Le escocían mucho los ojos y parecía tener congestionada la nariz, pero fue el mejor sueño que se había echado en años, en tal caso aún tenía la sensación de tener a todo el mundo en contra y el haber podido dormir sola al lado de su mar más querido, a orillas del mediterráneo, y que nadie la hubiese molestado parecía haberla puesto las ideas más claras que cuando llegó su amiga de no se sabe donde, cuando se despertó de mal gusto y con una pesadilla en mente, cosa que tuvo que pagar un chico llamado Germán.

No regresó a la playa en tres días. No tenía ganas de seguir mirando el horizonte o de tener visitas inesperadas en pleno relax. Aunque tenía las ideas más claras, aún estaba cabreada con todo el mundo. Sus padres no estaban en casa, se habían ido de vacaciones durante un mes, ella pensaba que era una prueba de confianza, pero la importaba muy poco, de vez en cuando sus padres llamaban para preguntar como iba todo. La verdad es que no era una chica muy desordenada, era cuidadosa, organizada y era responsable.

Los tres días que estuvo en casa solo puso el casete que tenía en su habitación con su emisora de radio favorita. Su habitación carecía de mesa de estudio, en su vez tenía una pequeña mesa de madera que a simple vista parecía estar limpia, allí era donde hacía los deberes. Su habitación también poseía postes de diversas cosas como su actor preferido, su grupo favorito... También contenía un diploma de atletismo y alguna que otra medalla de natación.

Se encontraba escuchando música cuando alguien llamó a su móvil y lo cogió:

-¿Si?
-Soy yo Gema- Saludó como si no hubiese pasado nada.
-Ya, me acabo de dar cuenta.- Dijo en tono sarcástico- No me apetece hablar, y mucho menos contigo- y colgó.

La volvió a llamar en varias ocasiones, hasta que se hartó de tantas llamadas de su amiga que no tuvo más remedio que coger la llamada.

-¡A ver! ¡¿Qué narices quieres?!
-Solo quería pedirte disculpas por la otra noche,- hizo una pausa que le pareció eterna- no sabes como está ese chico.
-¡Pues ni lo se ni me importa!- Se estaba empezando a calentar.
-Solo escuchame, y no grites por favor.- Esperó su contestación, pero se lo pensó dos veces y decidió escuchar.- Primero pedirte disculpas por lo de la noche pasada, confieso que fue una encerrona, pero ni a ti no te apetece conocer a gente y ese chico está pillado por ti.- Aunque hacía tiempo que lo sospechaba, la información le pilló por sorpresa- Mira, no se lo que pasó al final la otra noche, pero parece ser que al final no te dijo nada. Hay vida más allá de los sueños ¿sabes?- La reflexión de Gema también le pilló por sorpresa- Enfréntate a la realidad tía, si no le plantas cara querrá decir que ya no perteneces a este mundo y todo lo que has sufrido, todo lo que has llorado en su memoria no servirá para nada si no vives la vida por él. Tú ya no puedes hacer nada, solo puedes continuar lo que dejó a medias y tal como estás actuando no lo conseguirás, honrarle con felicidad y no con sufrimientos, con risas y no con llantos sin sentido. No te estoy pidiendo que le olvides, te estoy pidiendo que te acuerdes de él.- No la dejó opción a contestar, lo dijo todo seguido y ahora parecía que le faltaba el aire. Aquella última frase le hizo preguntarse que es lo que ha estado haciendo durante todos esos años. Ahora era a ella a quién le faltaba el aire y no supo que decir. Ante el silencio inminente su amiga siguió hablando.- Lo único que te pido es que te lo pienses y cuando estés decidida a seguir viviendo habla con Germán.

Cuando su amiga colgó ella aún tenía el móvil de la mano, confusa y aturdida, y se sentía fatal por su comportamiento, ¿a cuántas personas habría hecho sufrir sin contar con Germán? ¿cuántas personas habrían pasado por su lado sin ella percatarse de que la vida seguía? no podía dar marcha atrás al reloj y hacer como si no hubiese pasado nada, pero si podía cambiar el presente. Decidió seguir el consejo de Gema, se vistió para salir, se peinó con cautela, se puso un abrigo por si se daba el caso de que refrescase y se dirigió al lugar donde perdió toda buena imagen que pudiera tener en los ojos de aquél chico, no sabía por qué, pero tenía la sensación de que estaría lo suficiente cerca de él como para que la viese.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Capítulo 10


Lloró y lloró sobre la almohada de su cama ya mojada. Su habitación no era excesivamente grande, o al menos no la consideraba así, tenía una mesa de estudio que se colocaba enfrente de la ventana, a la que él llamaba, de vigilancia, porque desde allí se veían con mucha claridad los barcos que zarpaban desde el puerto y los que ya estaban en la mar, el escritorio estaba a rebosar de objetos que no venían a cuento, como discos Pignoise o platos de cocina que aun no los había llevado a fregar, a mano derecha se veía, como elevada en el aire, una estantería bastante larga de un solo apoyo, donde reposaban al rededor de cincuenta libros de todo tipo de tamaños y géneros. La cama se encontraba justo a la derecha de la puerta que se encontraba a unos diez metros por detrás de la mesa y que al abrirse ocultaba tras de sí la cabecera de la cama, donde estaba llorando sin descanso en ese instante.


A poco de dormirse entre lágrimas de amor, su móvil empezó a sonar encima de la mesa, al principio pensó que podría ser Diana para disculparse, pero se dio cuenta de que no tenía su número y descartó esa opción, después pensó que podría ser su amigo, "si será, lo más seguro" pero no tenía ganas de hablar en ese instante de lo ocurrido y a su vez disculparse por no haberse despedido de nadie. Decidió dejar morir aquella canción de Pereza que en esos momentos solo le parecía sonido sin sentido, al cabo de aproximadamente cinco minutos volvió a sonar, en este caso tuvo la misma elección que en la llamada anterior.


Finalmente, poco a poco, se le fueron cerrando los ojos, deseando que nada de lo que había pasado aquél día hubiese ocurrido en la realidad. Sabía que aquella noche soñaría con ella, con los recuerdos a través del cristal, con la hija del dios Júpiter. También sabía que al día siguiente no se levantaría de la cama ni para comer, y así fue, al siguiente día no se levantó ni para mirar por la ventana en busca de su amor imposible al que seguía llorando, ni siquiera se levantó a coger el móvil, que sonó incesante durante otras nueve veces aquél día.


A los dos días tuvo la fuerza de voluntad de ir a tomar algo a la cocina, pero seguía haciendo caso omiso a Pereza, como si no existiese, tampoco paraba de ahogarse en su propio llanto cuando sus padres no estaban presentes en aquella casa. En este día el móvil no sonó más que ayer, alrededor de unas tres veces.


Tres días después de aquella noche tan desastrosa, creyó encontrarse mejor y se dispuso a mirar por aquel vidrio transparente que ya estaba acostumbrado a que Germán le clavase los ojos para que pudiese ver el reflejo del mundo a través de él. No vio a nadie. Nada, todo desierto. Derecha. Izquierda. Nada de nada. En estos quehaceres estaba cuando le sobresaltó por enésima vez su móvil, su mirada se dirigió hacia la pantalla parpadeante que se presentaba enfrente de sus ojos, antes de que finalizase la llamada descubrió que no era ningún número que conociese y se sorprendió, "a lo mejor es Diana, que ha pedido a Juan mi móvil" pensó. Al terminar la llamada, en la llamada descubrió leer en la pantalla que tenía quince llamadas distintas, dos de ellas de Juan y las otras de un número que no le sonaba de nada. Decidió esperar a que aquél extraño número que se había adueñado de sus llamadas perdidas volviese a llamar. Tuvo que esperar unas dos horas la llamada pensando que sería Diana, pero al cogerlo se desvaneció la ilusión inducida desde ese día.


-Hola- Era una voz dulce y suave, era una voz de chica, pero no se correspondía a la de Diana, ese flácido sonido parecía tener un matiz entristecido, pero a su vez, también, efusivo.

-Hola, ¿te conozco de algo?

-Sí, pero no creo que te acuerdes de mí,- Tenía la sensación de que la pregunta que le formuló no fue plato de gusto para la chica.- nos conocimos en el botellón, hace tres días.

-Ah...


No tenía ni fuerzas ni ganas de recordar ese día, pero hizo un esfuerzo. Hace tres días fue su cumpleaños y su amigo le llamó para darle una sorpresa que resultó ser el presentarme a Diana y a otra chica de quién en esos momentos no se acordaba del nombre, pero no podían ser ninguna de las dos porque no las conoció en ningún botellón. Recordaba haberse puesto un poco ebrio en un botellón, pero no se acordaba de nadie con quien hubiese hablado en él a excepción de una chica a quién dio su número telefónico, "sí, será esa chica, pero ¿cómo se llamaba?". Sabía que su nombre empezaba por V, "V..., ¿Victoria?, ¿Vanesa?, ¿Verónica?. ¡Eureka!, Verónica".


-¿Verónica?

-¡Sí!- Lo dijo con mucho entusiasmo.

-No has dejado de llamarme desde aquél día. ¿Qué querías?

-Nada, solo me preguntaba si querías quedar para salir, solo para conocernos más...- Aclaró.

-Lo siento, me quedé resfriado aquél día.- Mintió- Cuando pueda ya te llamaré, tengo tu móvil.

-Trato hecho, pues hasta entonces.

-Chao.


Al tiempo de colgar volvió a echar una mirada por la ventana. No podía ser cierto, estaba allí, nuevamente, pero esta vez más abrigada. De pronto la cabeza le empezó a doler con la fuerza de un volcán. No tenía ni idea de lo que debía hacer. No sabía si bajar e intentarlo de nuevo o dejarlo estar, olvidarse de ella y quedar con su amigo para desahogarse e intentar resolver dudas. Decidió no hacer nada y tumbarse en su cama, volviendo a llorar, todo lo que había mejorado su corazón en los últimos tres días se a roto con la presencia de Diana tras el cristal, todas las preguntas y dudas resueltas al cabo de esos últimos días se habían vuelvo a formular con más fuerza que nunca. ¿Qué debía hacer?

domingo, 14 de noviembre de 2010

Capítulo 9


Se acercaba paulatinamente, estaba deseando volver a verle, le echaba de menos, ¿cómo se puede llegar a añorar tanto a una persona que se ha conocido hace tan poco?, quería correr hacia él y abrazarle, pero sabia que no lo debía hacer, por el contrario se movía con estilo y elegancia, intentando acentuar en cada paso que daba sus movimientos de diva. Él estaba forcejeando con su amigo que se negaba a moverse y le invitaba a andar, parecía que no quería adelantar un solo pie por delante del otro. "Pobre, seguramente no se habrá preparado nada pera decirla" pensó mientras seguía caminando hacia los dos chicos estancados en las arenas del mar. No miraba si su amiga la seguía o no, lo único que le importaba era llegar a saludarles y conocer al otro chico, pero creía que si la seguía. Al llegar al punto de destino Juan ya se había cansado de estar luchando con el incansable embobamiento de su amigo y se había puesto enfrente suya y de su amiga a saludarlas, mientras su amigo seguía en las lunas de Saturno.

-Gema- Con las ganas que tenía de saludarle, la sorprendió que fuese él el primero en saludar- Germán.- Se dirigió a su amigo, aún sumergido en sus inmensos pensamientos- Germán esta es Gema.- Pareció que ya empezaba a regresar a tierra firme.
-Hola- Saluda Gema, que definitivamente hizo que Germán regresase de la gran oleada de sentimientos que le albergaban en su mente.
-Hola- Dijo Germán sin muchas ganas.
-¿Y tú? ¿Cómo te llamas?- Dejó de mirarla y se dirigió a Diana. "Mierda, se me ha olvidado presentarlos" pensó.
-Diana- Su amiga contestó de mala gana y pareció haber saludado por simple educación.
-Yo soy Juan- Volvió a hablar, permaneció un rato que pareció interminable y se dirigió a Germán- y este chico de aquí es Germán.

La tensión que se percibía en el ambiente era muy fuerte, ni siquiera entiende como su amiga no fue capaz de percibirlo y dignarse a contestar. Finalmente se saludaron con un gélido gesto al gusto de sus cabezas que no tenía muy claro de quién determino ese saludo, pero esta casi segura de quién lo comenzó fue Germán. "¿Pero es que no te das cuenta de que va por ti?, no te ha quitado el ojo de encima desde que te vio por primera vez" quiso decir a Diana, pero no lo hizo. Y era verdad desde que estaba Diana allí, Germán no la ha quitado la vista de sus ojos, y pensaba que si ha sido así durante todo el tiempo desde que la vio por primera vez desde la ventana de su habitación, no entiende como todavía no se ha cansado de mirarla.

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Ya se habían saludado y ahora estaban completamente callados, se notaba mucha tensión en el aire por parte de todos. Gema parecía estar analizando a su amigo, por este acto, le dio una punzada en el corazón, ¿celos?, "¿cómo se pueden sentir celos de alguien a quién ni tan siquiera conoces?" caviló Juan mientras todos seguían en silencio, un silencio que él se atrevió a romper dirigiéndose a Gema:

-Gema, ¿puedes venir un momento conmigo?- Dijo con toda la calma que le fue posible en aquél ambiente tan hostil. Pensaba que si la llevaba aparte, aparte de estar a solas un rato con ella, aquél silencio que había se rompería y a lo mejor Germán se atrevía a hablar con Diana que condiciones más optimas y tranquilas hacia él, pero como se tomaría Diana aquél hecho de dejarla sola con una persona que acaba de conocer gracias a las personas que ahora les dejan solos, daba por hecho que pensaba que todo aquello era una trampa, pero ya no había vuelta atrás, ya había roto el silencio y era para invitar a Gema a seguirlo a un lugar apartado dejando a su amigo y a esa chica solos.
-Claro- Contesto Gema casi de inmediato.

Mientras se alejaban del abrumador silencio, Juan no se atrevía a echar la vista atrás, por miedo a ver la cara de embobado de su amigo o la cara de odio de Diana, a quién había hecho aquella putada sin tan siquiera conocerla. Tampoco se atrevió a Gema, por miedo a no sabía qué, pero no se dignaba a mirarla. Estaba tenso, rígido como una estatua, pero andando tranquilamente,solo mirando al frente e intentando transmitir elegancia. Se dirigía hacia una de las cuatro paredes de la casa de su amigo, en una en la que ni Germán ni Diana los viesen y que ellos pudiesen, de vez en cuando, mirar que pasaba en la orilla con estas dos personas.

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¿Qué le querría decir? ¿hacia dónde van?, no tenía ni idea, pero a la primera pregunta no estaba muy segura de querer saber la respuesta. se pararon a unos metros de la orilla, en un lugar medio escondido de la vista de su amiga y Germán, pero lo suficientemente descubiertos como para vigilarlos.

-Bueno, ¿qué me quieres decir que no pueda escuchar nadie más?
-Oh... hemos venido aquí para que Germán se suelte un poco con tu amiga,- Era eso... no sabía si realmente quería escuchar eso o simplemente lo que no estaba segura de querer oír de aquella boca.- ¿No notabas el ambiente un poco cargado?
-Si... tu amigo parece estar completamente enamorado de Diana.- En verdad ya lo pensó cuando le saludó y realmente ella no pensaba que aquél chico estaba tan mal.
-Está peor de lo que me imaginaba. Oye, cambiando de tema, ¿tienes algún hobby que te guste especialmente?,- Esa pregunta, debía admitir que, la pilló completamente por sorpresa.- si no quieres contestar no me importa, pero me gustaría saber más cosas sobre ti.
-Por supuesto que no me importa, lo que más me gusta es el patinaje artístico sobre hielo, sueño con ponerme en una pista de patinaje en algún gran campeonato y ganarlo, o simplemente por participar y que viesen todos cómo lo hago de bien, ya estaría contenta.- Lo dijo con mucha pasión, esperaba que Juan no se asustase por haber descubierto su gran pasión- ¿Y el tuyo?
-Puf... me vas a llamar raro, pero en mis ratos de aburrimiento dentro de casa, me pongo a hacer matemáticas como un descosido.- Gema se tragó las ganas de reírse, aquél chico era un misterio- En mis ratos libres fuera de casa me guata picarme con la ley de la flexibilidad y gravedad, y empiezo a hacer break y parkour, aun que se hacer pocas cosas.- Hizo una pausa, no sabía si decírselo o esperar a que saliese solo,- ¿Te puedo preguntar algo?- finalmente se decidió a hacerlo fuese cual fuese el resultado de su atrevimiento.
-Claro, adelante.
-Veras, quería preguntarte si tú estarías dispuesta a...- No le estaba haciendo caso, no le miraba a él, sino que miraba en dirección a la orilla, y también él se dirigió hacia esa dirección, echando por la borda todo acto de valentía. Era su amigo y Diana, Germán estaba con una manta de la mano, y Diana se alegaba de la zona de encuentro, al cabo de un rato su amigo se dirigió hacia su casa y entro en ella en el primer intento con la cerradura.
-Parece ser que se acabó la reunión-Dijo sin acordarse de que algo verdaderamente importante iba a salir de la boca de Juan.
-Si, eso parece.- Lo dijo decaído y sin ganas, advirtiendo que la despedida se acercaba- Bueno, pues hasta la próxima.- Se disponía a andar hacia su casa cuando Gema le cogió del brazo, le puso muy cerca de ella y me estampó un suave beso en los labios.
-Puede que halla terminado la reunión que teníamos pensado para nuestros amigos, pero nuestra reunión acaba de empezar.- Ya lo llevaba un tiempo pensándolo hacer, pero,sin embargo, ni lo había planeado para ese momento ni en aquella situación- Solo pasear y hablar, nada más. ¿Quieres salir conmigo?

Quería decirla que sí, pero no le salían las palabras, aquél beso le había pillado completamente desprevenido, como respuesta a su pregunta se dispuso a contraatacar con otro beso.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Capítulo 8


Aún tenía muy presente las imágenes que hace poco vio dentro de su imaginación, pero parecía tan real... No tenía ganas de conocer a esos dos chicos, por no querer no quería ni que su amiga estuviese allí. Maldecía su propia debilidad, su poca capacidad de recuperación, se odiaba por eso, se odiaba a sí misma, a su amiga por traerla personas que no conocía, a los dos chicos por estar allí precisamente en ese momento y en general a todo el mundo, simplemente, por existir.

Sabía que lo único que pretendía su amiga era animarla, pero precisamente ahora no estaba para ánimos y por eso ahora mismo no quería estar con ella.

Gema la estaba guiando hacia lo dos chicos. Ella se dirigía sin conciencia, como un autómata, sin saber que estaba andando, porque en realidad no quería andar. El de pelo rizado, el que la despertó de su pesadilla, el que gritó, estaba anclado en la arena sin moverse, por mucho que su amigo le tirase del brazo. ¿Qué le pasaría a aquél chico?. Pronto el amigo se dio por vencido y cuando ya estábamos cerca de ellos este dio un paso al frente, nosotras nos paramos enfrente suyo.

-Gema- Saludó a su amiga y después se dirigió al otro chico- Germán. Germán esta es Gema.- ¿Gema solo conocía a este chico?, no sabe que la hace sospechar, pero todo aquello parecía una encerrona de su amiga.
-Hola- Saluda Gema, que parece hacer volver a Germán de sus pensamientos más profundos.
-Hola- Dice Germán simplemente, al parecer sin mucho afán.
-¿Y tú? ¿Cómo te llamas?- El chico esta vez se dirigió hacia mí.
-Diana- No tenía ganas de contestar, pero no parecía tener más remedio.
-Yo soy Juan- Se presentó con cortesía, pareció darse cuenta de que no la apetecía hablar mucho y al rato señaló al chico que estaba a su lado, el cual pareció sorprendido- y este chico de aquí es Germán.

A Diana le daba la sensación de que a Germán se le había tragado la lengua el gato, pero tampoco la importó, porque a ella tampoco le apetecía mucho hablar, así que simplemente se saludaron con un gesto de cabeza muy frío, pero demasiado para ella. No tenía duda de que fue aquél el chico que la rescató del tormentoso sueño con un simple grito, no dudaba que fuese él quién la aparto de toda aquella gente, pero entonces ¿por qué estaba allí con otras tres personas más con él?, también odiaba a Germán por no hacer que en ese preciso momento todo el mundo se desvaneciese tal y como se desvaneció hace años.

Al cabo de un buen rato sin moverse ni hablar, alguien se dignó ha hacerlo.

-Gema, ¿puedes venir un momento conmigo?- Quién se atrevió ha hablar fue Juan. Entonces se dio cuenta de que estaba en lo cierto y la habían tendido una emboscada, pero no solo su amiga, sino también Juan, alguien a quien ni tan siquiera acababa de conocer y estaba furiosa por eso, estaba furiosa con todo y con todos.

-Claro- Respondió Gema sin dar muestras de duda.

Diana les miró alejarse con odio y deseando que no se volviesen a cruzar nunca más por su vida ya destrozada. Poco a poco se alejaron de su mirada asesina. No se acordaba del chico con quien la habían dejado y le sorprendió oír a sus espaldas una tiritante voz tímida.

-He... hola- Aquel chico... ¿Cómo se llamaba?... Ha si, Germán. Aquel chico la liberó de la gente en su sueño, y ahora ha hecho librarse de su amiga y del otro muchacho, pero entonces ¿por qué seguía el allí? No quería ver a nadie, y si Germán la comprendía tan bien como para quitarla a la gente de encima ¿por qué no se iba él también?
-Creo que ya nos hemos saludado- Le respondió con demasiada dureza, pero no quería estar con nadie y la imagen de aquél chico desvaneciéndose en su sueño la golpeó con más fuerza que nunca y se quería morir.
-Ya... hip- Parecía estar con unas copas de más- he... perdón, es que...- A ojos de Diana a Germán le costaba soltar palabra y se hartó de la situación.
-Oye mira, si no me vas a decir nada, va a ser mejor que te calles.- ¡Estaba al borde de las lágrimas!, ¿es que no se daba cuenta de que quería estar sola?
-Vale... he, pues, he, ¿me puedes devolver la manta?- Pero ¡¿Cómo se atreve?! No se podía creer que aquél chico que no la conocía de nada, la tapase con una manta y después se la pidiese así, no se podía controlar más y a lo mejor algún día se arrepentiría de lo que iba a decirle a aquél chico tan enamorado de ella.
-¿Es tuya? ¿para que me la pusiste por encima? ¿no te has preguntado que tal vez quisiera morir de frío?- Aquellas fueron unas palabras muy duras para un chico que aún no se había vacunado contra ellas, pero poco le importaba ya lo que la gente pensase de ella, no era la misma desde que su vida se desvaneció, lo que aquél chico pensase de ella en esos momentos, no la importaba para nada. De lo que Diana no se daba cuenta era de que acababa de desvanecer una vida que no era la suya. Diana le tiró la manta a Germán, ahora roto por dentro, le dio la espalda y se dirigió de vuelta a su casa sin despedirse de nadie y llorando sobre un suelo mojado como lloró el cielo aquella tarde sobre sus ojos empapados.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Capítulo 7


-Vamos...- Esta vez su amigo le tiró del brazo para que le siguiese. Él seguía clavado en la arena como si fuese barro.
-¿Qué?- No era un qué de confusión, sino de desesperación.
-¿Qué pasa? solo te las voy a presentar- Lo decía con toda la inocencia de un niño, pero se le notaba la malicia de un villano en la luz de sus ojos, cosa que Germán no notó.

Al final cedió, pero tampoco tubo otra opción ya que las chicas también se estaban acercando, cosa que agradeció porque aparte de no atreverse a dar un paso más no estaba muy seguro de darlo sin torcerse de su trayectoria o, directamente, caerse y no quería dar esa impresión a gente que ni siquiera conocía ni de vista... ¿qué no conocía?, entonces ¿de qué me suena la chica de la manta?, es más ¿de qué le suena esa manta?. Fue entonces cuando se acordó. Él la había puesto la manta para que no se quedase fría. Él era el que la estaba mirando todos los días desde la ventana y siempre pensaba en lo guapa que estaba mirando como las olas seguían con su incansable carrera de relevos. No lo había previsto para nada, pero ¿qué mejor momento para decírselo que aquél?. No aguantaba más en silencio.

Su amigo Juan no dudó un segundo y fue a saludar a las chicas, que se pararon enfrenta nuestro.

-Gema- Se dirigió a la chica que nos saludó y luego se dirigió a él- Germán. Germán esta es Gema.
-Hola- Saludó Gema.
-Hola.
-¿Y tú? ¿Cómo te llamas?- Hizo como si no lo supiese.
-Diana- Dijo sin ganas y risueña.

"Diana" pensó Germán. Y de pronto le empezó a latir con más violencia el corazón.

-Yo soy Juan- Hizo una pausa y sin que se lo esperase señaló a Germán, que seguía en sus pensamientos- y este chico de aquí es Germán.

A Germán no le salieron las palabras. En tal caso a Diana tampoco le apetecía hablar, así que todo quedó en un saludo, simplemente con la cabeza. Él estaba nervioso, ella sin ganas de nada. "¿Por qué el destino a hecho que nos encontremos?".

No se acuerda de cuanto pasaron quietos sin decir nada, pero al final alguien habló.

-Gema, ¿puedes venir un momento conmigo?- Era Juan.
-Claro.

Se alejaron poco a poco hasta que desaparecieron de su vista. Germán se dirigió ha Diana, la chica en la que siempre pensaba.

-He... hola.
-Creo que ya nos hemos saludado- "Tonto" pensó "¿no sabes decir otra cosa?"
-Ya... hip- Seguía hipando- he... perdón, es que...- Estaba muy nervioso y se maldijo a si mismo por su forma de actuar ante esa situación.
-Oye mira, si no me vas a decir nada, va a ser mejor que te calles.
-Vale... he, pues, he, ¿me puedes devolver la manta?- No quiso decir eso, pero no hubo más remedio, ya lo había dicho, no pudo agarrar de nuevo las palabras, tragárselas y hacer como si no hubiese pasado nada, lo que sí se iba a tragar era la contestación de ella.
-¿Es tuya? ¿para que me la pusiste por encima? ¿no te has preguntado que tal vez quisiera morir de frío?- se le congeló la sangre en las venas, el también tenía ganas de morirse en aquél momento. De pronto Diana le tiró la manta, le dio la espalda y se dirigió de vuelta a su casa sin despedirse de nadie y llorando como lloró el cielo aquella tarde sobre ella.

El tampoco se lo dudó dos veces y se fue hacia su casa sin decírselo ha nadie.

Metió la llave en la cerradura a la primera, parecía que ya se le había pasado los efectos del alcohol, el golpe que le dio Diana fue mucho más duro. Lo único en lo que pensaba era en irse a la cama y que cuando despertase nada de eso hubiera pasado. "Bueno, al menos ahora la puedo poner un nombre a aquella chica" se intentó animar. No funcionó. Sin saludar a sus padres se dirigió a su habitación, y allí echó todo lo que durante semanas y, sobre todo, aquél día llevaba acumulado dentro de su corazón.

domingo, 31 de octubre de 2010

Capítulo 6


Muy bien, tenía que seguir el plan establecido... por su amiga. Lo único que tenía que hacer era mantener ha Diana donde estaba, cosa que no resultó nada difícil, porque a la media hora, poco más o menos, se tumbó encima de la arena y pareció quedarse dormida, pero aún así no quiso marcharse a ningún lado, lo que sí hizo fue llamar a Juan:

-¿Si?- Contestó Juan al instante
-Buenas, soy Gema, parece ser que nuestra protagonista se a quedado dormida.
-¡Genial! ¿Y qué pasa con "nuestro protagonista"?- Juan llevaba esperándole desde hace un buen rato en aquella plaza.
-Bueno... a nuestro prota aún no le he visto salir, pero...- Hizo una pausa- ¡Anda y corre marinero! Hablando del rey de roma, está saliendo ahora mismo.
-Vale, ok, ya pensaba que no iría a salir- Era verdad, no sabía porqué, pero creía haber perdido al amigo que era cuando le conoció y parecía que la única manera para recuperarlo era aquella chica. ¿Y él? ¿estaría cambiando?
-¡Ostras! no te vas a creer lo que está haciendo tu amigo.- Lo dijo con demasiado asombro como para pasar desapercibido.
-¿Qué hace?- Preguntó interesado.
-Ha cogido una manta de su casa y se la a puesto por encima a Diana.- Otra pausa- Vale, enseguida va a tu encuentro.- Una nueva pausa, pero esta vez pareció haber mucha tensión en el ambiente, era el momento de despedirse. Le estaba cogiendo demasiado cariño a aquel chico.
-Ok, chao.
-¡Oye! ¿cuánto tardaréis?
-Pues, no se, digo yo que no mucho,- No sabía si realmente iban a tardar poco o es lo que él quisiera, pero ya estaba dicho, no había vuelta atrás- pero tu tranquila que llegaremos.
-De acuerdo, besos.
-Chao,- Lo último que dijo le pilló por sorpresa, pero la correspondió- besos.

Juan, colgó y, por un instante, se quedo inmóvil, no sabía lo que pensar, a lo mejor normalmente se despedía así de sus amigos. No lo sabía con total seguridad, lo que si sabía es que se estaba encariñando de esa chica más de lo normal. Sacudió la cabeza, "va dejalo, no te tortures" pensó. Se sentó en un banco a esperar a su amigo, hasta que quince minutos después apareció.

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Gema esperó y esperó, ahora estaba al lado de su amiga, que aún seguía dormida. "Dijo que llegarían, tu tranquila" pensaba exasperada hasta que el sonido de su propio móvil la sobresaltó y por poco despierta a Diana.

-¡Hola! siento no estar aún allí, es que nos estamos divirtiendo un rato, espero que no te moleste- Era Juan, y claro que la molestaba, ella estaba allí, quieta durante toda la tarde sin ir a "divertirse" a ningún lado ¿y ellos estaban de juerga?. Bueno tranquilizate, al menos han llamado.
-Ou, no te preocupes, yo ahora mismo también me estoy entreteniendo con un castillo de arena.- Pero no haciéndolo, sino pisándolo con rabia- Bueno, entonces, ¿Cuándo llegáis?
-Estamos ya de camino, en cinco minutos estamos allí- Le parecía que Gema no le había contado la verdad, porque parecía fastidiada, de forma que intentó suavizar el ambiente.
-De acuerdo, adiós- Y sin esperar respuesta cortó aquella llamada.

Tuvo que esperar un rato más, pero a los quince minutos llegaron. En cuanto le vio saludó enérgicamente y los dos la correspondieron. Al verle se le había pasado todo el cabreo que llevaba acumulado durante toda la tarde.

Capítulo 5


Todo parecía muy tranquilo por allí últimamente, no sabía por qué, pero tanta tranquilidad le agobiaba a la vez que le daba miedo, no se sentía a gusto con tanto relax.

Se encontraba en una calle bastante amplia donde casi siempre había mucha gente transcurriendo por ella. Estaba intentando mantener la calma ante toda aquella situación, caminaba con tranquilidad e intentando no acumular mucha tensión muscular en el cuerpo. Siempre le había gustado la acumulación se gente, porque la hacía sentirse bien, a gusto y segura, pero ahora se sentía ahogada, porque las personas tienen que estar en alguna parte y si no las veía es porque la estaban vigilando.

En aquél túmulo de nubes pudo ver un haz de luz solar y se sintió cálidamente reconfortada, como si en una mañana fría alguien la hubiese abrazado cogiéndola de los hombros para que parase de tiritar. Miró a todos lados, pero nada, seguía sin haber nadie que se atreviera a revelarse ante su mirada celeste. Siguió caminando un buen rato, parecía que cuanto más andaba más alejada estaba su destino y no aguantó por más tiempo, en el primer banco que vio se sentó. No tenía muy claro cuál era su meta en aquél paseo que se estaba dando, pero sí sabía que a cada paso que daba, su camino tenía más lejos el final.

Cuando se sentó, sintió que su meta ya se empezaba a acercar a ella, era como si no tuviese que ir buscando su destino, sino que el destino venía a ella, como si en cada decisión fuese perdiendo oportunidad de encontrarse, como si la mejor elección fuera quedarse quieta, sin hacer nada y dejado de estorbar en el camino.

A unos pocos metros vio, por fin, el final de su largo paseo por aquella calle inquietante. Sabía que no tenía que hacerlo, pero es que estaba tan cerca...

Se levantó bruscamente del banco y echó a correr a su encuentro, para abrazarle y decirle todo lo que había sufrido sin el, pero empezó a notar que otra vez se le escapaba y ella empezó a correr, aún si cabe, más rápido. Cuando lo tuvo a pocos centímetros se le lanzó al cuello, sin embargo lo volvió a perder y quién sabe cuando volvería a verle. Calló fuerte con las rodillas en el suelo y se hizo daño, pero no la importó, ya nada la importaba, y se puso a llorar como casi siempre. De pronto las personas que la estaban vigilando una a una fueron saliendo de su escondite una a una y la empezaron a preguntar qué la pasaba. Esta sensación fue peor que la anterior, estaba más agobiada que antes. En aquél momento odió el cúmulo de gente, quería estar sola, sin nadie alrededor, quería desahogarse tranquilamente por aquella gran pérdida.

Un grito lejano, pero claro, parecía entenderla a la perfección, aquél grito acaparó toda la atención de las personas de su alrededor, las cuales empezaron a desvanecerse poco a poco tal y como lo hizo el sueño que se acercaba caminando en un chico corpulento.

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Aún seguía oyendo ese grito, como si aquella pesadilla hubiese sido real. Y su sentimiento era real, pero había cambiado el escenario, esta vez se encontraba tumbada encima de una arena fina, pero húmeda y le soplaba una brisa marina mediterránea. Se inclinó para ver quién había gritado de esa manera, vio a un chico de aproximadamente la misma edad que ella, este tenía un amigo al lado suyo, no los veía muy bien porque era de noche, pero sí distinguió el cabello rizado de uno de ellos que la estaba mirando con cara de extrañeza y saludando con pocas ganas a alguien que parecía que ella tenía al lado, se inclinó un poco más para mirar quién era y notó que tenía una manta por encima, la agarró y miró hacia arriba, era su amiga Gema.

-¿Qué haces aquí? ¿quiénes son esos? ¿qué hago con esto por encima?- Dijo Diana aún somnolienta.
-Heee... tranquila, una por una.- Contestó con una sonrisa en la cara- Lo de la manta que llevas por encima... no se, creí que viniste ya con ello de casa, y en cuanto a "esos", son unos amigos que te voy a presentar ahora mismo.
-¿Qué...? ¿Cómo...?- Diana seguía confusa.
-Vamos, no preguntes, solo sígueme- Y sin dar tiempo a que protestase, Gema se empezó a dirigir hacia los dos chicos.

Capítulo 4


-Bueno ¿entonces, te vienes?
-De acuerdo. ¿Donde siempre no?
-Si.
-Ok, nos vemos, chao.
-Adiós.

Colgó. Antes de irse a duchar y vestirse para salir, echó un último vistazo a la ventana, seguía en la misma postura que antes, pero esta vez parecía estar agarrando su precioso collar, ¿de quién sera ese collar, que nunca se separaba de él? ¿de su novio? Aquella chica era un absoluto misterio y ahora no tenía ni tiempo ni ganas para pensar en eso.

Se duchó con una tranquilidad pasmosa. No le apetecía salir y no pretendía acelerar ese proceso. Se vistió tranquilamente, ya había pasado una hora desde que su amigo le llamó para quedar. No sabía si Juan se estaba impacientando, pero tampoco le importaba.

Terminó de vestirse, antes de salir por la puerta regresó a su habitación para volver a mirar por la ventana, para volver a mirarla, para ver que tal estaba, como se encontraba. La chica guapa de detrás del cristal había cambiado de posición. Esta vez se encontraba tumbada en la arena blanquecina que esperaba sumisa las envestidas de las olas, parecía dormida y cogió miedo, miedo de que cogiese frío con la poca ropa que llevaba y con la que estaba cayendo, pensó que podría llevarla algo de abrigo para echárselo por encima y salvaguardarla del viento indolente. Cogió una manta que abrigase bien, cogió el móvil y también las llaves de su casa. Se puso escaleras abajo hasta llegar a la puerta, agarró el pomo y tiró. Reunió el valor necesario y se dirigió hacia la chica, le echó la manta por encima y se acurrucó a su lado. Esta se agitó, pero no se despertó. Parecía que había llorado, nada distinto a otros días. La observó atentamente, incluso dormida era hermosa. No la conocía de nada pero parecía necesitar apoyo o ayuda. Habría preferido quedarse allí para siempre, pero no podía, había quedado con su amigo para una "sorpresa" que le tenían preparado, así que se levantó y se dirigió al mismo sitio donde quedaban siempre que podían.

Cuando llegó estaba solo Juan.

-Hola, ¿y los "nosotros"?
-Les dije que se aplazaba a otro día tu fiesta de cumpleaños- ¡¿Así que me habías mentido?!
-¿Entonces no hay ninguna "sorpresa"?
-Jajaja... les dije que hoy no había cumple precisamente para eso, para la sorpresa que te tengo preparado- Le estaba empezando ha asustar.
-Bueno, ¿y qué es lo que me tienes preparado?- Le estaba empezando ha picar gravemente la curiosidad.
-Vamos, ya lo verás.

Fueron por distintos sitios, al cine, al Burger, incluso se fueron de botellón, en el cual conoció a una chica llamada Verónica, se habían dado los teléfonos, pero no creía que se llegasen a llamar algún día. Nada de todo aquello parecía ser la "sorpresa". A mitad de la tarde dejó por fin de llover. Se habían echado unas risas, incluso por un momento había llegado a olvidarse de ella. ya era de noche, serían alrededor de las once, no lo sabía ni tampoco podía pensar mucho en la hora. Su amigo le guiaba ya por otra calle, porque él no sabía siquiera por donde pisaba, aunque parecían dirigirse a su casa.

-Te voy a presentar a unas amigas- Juan parecía estar relativamente bien, no había bebido mucho.
-Jajaja... hip... ¿unas amigas? hip...- Lo decía de forma inconsciente, él no lo notaba, pero parecía haber dado en el clavo- Oye... hip... ¿estamos yendo a mi casa? hip...
-Bufff, no debí haberte dejado beber tanto, no sabes ni donde está tu casa. Sí, vamos de cabeza a tu casa- De repente Germán lanzó un grito de desesperación.
-¡¡¡Nooo!!! van a estar mis pades dento. Hip.
-Tranquilo no vamos a entrar- Dijo sobresaltado- mira hacia allá- señaló a dos chicas, una se estaba levantando confusa de la arena marina y la otra se encontraba cerca de esta.

La que se encontraba en pié saludó enérgicamente con una mano y Germán la correspondió, pero se fijaba más en la otra chica, ¿de qué la sonaba? Parecía haberse levantado de un mal sueño, miró una pequeña manta que la refrigeraba muy bien del frío y luego le preguntó algo a su amiga, no supo decir qué, esta se la contestó. ¿De qué le sonaba la chica de la manta? bufff... estaba muy mareado, tenía unas ganas tremendas de tumbarse en la arena. Y, sin saber por qué, se deprimió sin razón aparente. No sabía quién era, pero le gustaría ir corriendo hacia ella y abrazarla.

-Vamos- Le animó. No se podía creer que, después de tantas semanas soñando con ese momento, no se atreviese ni siquiera a dar un solo paso más en aquella dirección.

Capítulo 3


Nada más colgar el teléfono a su amigo la llamó para decirla que el plan seguía adelante por su parte y que le avisara en cuanto terminase de hablar con ella.

Llevaba varios días planeando el cumpleaños de su mejor amigo. No se lo había dicho, pero hace unas pocas semanas iba paseando por la orilla, cerca de su casa, y le sorprendió, sin que nadie se diese cuenta, mirando pasmado a una chica de no más de diecisiete ********* que estaba sentada en la arena sin preocuparse de que las pequeñas olas que llegaban a ella la estaban mojando sus pies desnudos. Ahí se dio cuenta del porqué a su amigo no le apetecía salir, y esa chica no parecía estar mucho mejor. Al instante se dio media vuelta y se alejó de aquella escena. Casualmente no tuvo que andar mucho hasta que se encontró con una de las amigas de la chica, no se conocían, pero se presentaron y hablaron durante un rato:

-Bueno, si, esa es mi amiga, Diana, no te preocupes por ella lleva ********* así,- Le contaba el día que se conocieron.
-¿Qué la pasó?- Preguntó interesado.
-Nada, una tragedia. Fue muy duro para todos. Pero sobre todo a Diana, nunca a aprendido a pasar página. Ella es así- Finalizó la frase con un toque de amargura.
-Tengo un amigo que... bueno, que esta enamorado de ella. No me lo ha dicho, pero yo creo que se le nota- Señaló donde estaba el chico, que seguía ensimismado con aquella chica.
-¡Ostras! es verdad, no había reparado en él. No sabía que nadie estuviese enamorado de Diana.

Después se dieron los números y planearon un encuentro fortuito entre Germán y Diana el día del cumpleaños de Germán. Hasta que no habló con él no se dio cuenta de lo coladito que estaba por la chica de la orilla. ¡No se acordaba de su cumple! Estaba peor de lo que pensaba.

No era el mejor día para llevar a cabo el plan propuesto, pero al parecer la chica no faltó a su cita con el Mediterráneo, ni tampoco creía que llegara a convencer a su amigo para que saliese cualquier otro. Y puestos a seguir la encerrona, Germán no le negó ir a su "sorpresa", así que... plan a seguir. Ahora estaba esperando a que le llamase Gema, así le dijo que se llamaba, con la respuesta de su amiga.

Esa chica, es una de las mejores personas que ha conocido en su vida, es amable y parecía interesarle todo lo que a su alrededor parecía interesante y resultaba desconocido para ella. Gema, ¿por qué le ha sorprendido tanto?, ¿se estaría enamorando como su amigo de esa tal Diana? No, no se estaba enamorando, tan solo llevaban unas semanas como amigos y no sabía aún nada sobre ella.

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Aquella chica aún seguía siendo un misterio, estaba lloviendo y Diana no se retrasaba en nada para ponerse en contacto con el mar, a pesar de todas las cosas vividas juntas y de tantos ********* una al lado de la otra, ni por asomo se esperaba que aquel día fuese al mar, ni mucho menos tan ligera como iba, se iba a resfriar, pero eso al parecer a ella no le importaba lo más mínimo.

Hace poco acaba de terminar de hablar con ella. Como siempre, no parecía estar en condiciones de nada, pero por nada del mundo iba a desperdiciar aquella oportunidad que le brindaba aquel chico, llamado Juan, de sacarla de una vez por todas a la sociedad y de hacer que por un momento se olvidara de aquel accidente ocurrido hace tantos *********. Tenía prometido a Juan llamarle en cuanto la diese una respuesta, y ya la tenía.

-Hola, ¿Gema?- Tras varios segundos de espera lo cogió.
-Sí. Por esta parte se corta el plan- No lo dijo desanimada, sino más bien resuelta.
-Ok, ya sabes lo que tienes que hacer entonces- Sí, sabía lo que tenía que hacer, y no iba a fallar, lo haría por su amiga.
-Sí, lo sé. Hasta la vista entonces.
-Chao.
-Besos.

Juan era uno de los pocos chicos que conocía que se preocupaba realmente por sus amigos, era atento y apuesto. Vamos el hombre de sus sueños, pero ¿estaba enamorada? No, no lo estaba. Solo eran unos amigos que se han conocido tan solo hace unas pocas semanas atrás, pero él tenía algo que le hacía ser especial.

Capítulo 2


No sabía que hacer, en realidad pocas veces a sabido que hacer. Eso si, ningún día faltaba a su cita con el ambiente marítimo Mediterráneo, ni siquiera aquel día tan lluvioso, llevaba rapa de lo más ligera aunque su madre le dijo que llevase un paraguas o algo de abrigo. No la hizo caso, en cualquier circunstancia nada le importaba lo más mínimo, ni siquiera su propia persona. todas las mañana se sentaba en la orilla del mar mirando directamente a los ojos del horizonte y allí se quedaba hasta la caída del sol esperando ilusamente a que él volviera a abrazarla una vez más y susurrarla al oído que no había pasado nada y que todo había sido un mal sueño, pero esto nunca sucedía, aquel día en el que estaba siendo observada por la copiosa lluvia no perecía ser distinto. Instintivamente se llevó la mano al collar que tenía prendido al cuello y le vinieron a la cabeza todo tipo de recuerdos buenos, sintió un enorme vacío dentro de su ser, un nudo muy fuerte en la garganta. Diana apretó por acto reflejo los dientes y acto seguido cerró los ojos, y así se quedó un buen rato respirando la brisa del mar, hasta que dentro de uno de los bolsillos de su pantalón baquero corto, una música vibrante de Evanescence sonaba débilmente. abrió lentamente los ojos, y nada más abrirlos se dio cuenta que no veía nada o que lo poco que veía se vislumbraba borrosamente en sus claros ojos azules. Ningún día había logrado no llorar. Lentamente bajo su mano hasta donde supuestamente seguía sonando el teléfono.

-¿Si?- Contestó con voz ronca, y se aclaró la garganta.
-¿Diana?
-Dime- Dijo desanimada.
-Oye, no puedes estar así durante toda la vida- Gema siempre preocupándose por ella.
-Bueno, ya veré yo lo que hago- No pretendía que sonase con tanta dureza.
-¡Venga! ¿por qué no te evades un poco y sales conmigo aunque sea?
-No me apetece.
-De acuerdo, si cambias de idea llamame ¿ok?- Se la notaba fastidiada, pero sabía que cuando Diana la decía que no la apetecía, no iba a conseguir ni hablar con ella- y animate, ¿lo harás?
-Lo intentaré.
-Así me gusta. Muuak. Besos. Te adoro- Esas fueron sus últimas palabras. Luego colgó.

Cerró su móvil y lo volvió a depositar en el bolsillo donde anteriormente lo encontró. Estuvo un buen rato quieta, en silencio, sin pensar, sin actuar ante ningún estímulo.

Ella, Diana, se consideraba una persona incapaz de levantarse después de haber caído, nunca se olvidaba de las cosas que habían sucedido a lo largo de su vida, y nunca olvidaría aquel acontecimiento que probablemente la condicione durante toda su vida. No vivía muy lejos de allí, pero lo suficiente como para estar completamente sola sin que nadie la moleste, solo había un problema aquella casa que estaba detrás suyo donde parecía no vivir nadie, asique tampoco la molestaba demasiado.

Seguía lloviendo sobre ella, sobre su pelo moreno. Volvió a dirigir su mano hacia el colgante, esta vez concientemente, y lo agarro con fuerza dentro de su puño. Cuando empezó a aflojar la joya se tumbó encima de la arena y cerro los ojos ante un cielo totalmente oscuro y en tinieblas, tanto como en su interior, y comenzó a llorar de nuevo. En ese momento lo único que quería era descansar y dormir, estaba completamente segura que se dormiría y que soñaría con sus recuerdos de él.


Capítulo 1


No se había movido en toda la mañana, la veía perfectamente desde la ventana, sentada en la suave arena de la orilla del mar, donde se preparaba para empezar un nuevo día ajena a todo lo que ocurría alrededor de ella. No hacía un buen día para estar en la playa, llovía a cantaros y hacía casi tanto frío como en Rusia del norte, sin embargo parecía permanecer inmune a todo esto, no parecía importarle nada, ni siquiera su persona. Ella estaba como en un día caluroso de Agosto como si quisiera que alguien la arropase, la abrazara o la diese ánimos para seguir viviendo. Ese alguien le gustaría ser a él, le gustaría que supiese que existe, que sepa que puede contar con él para lo que sea. Siempre que la ve le gustaría presentarse, decir quién es y todo lo que siente, todo lo que pasa por su mente cuando está cerca. La ve todos los días, y todos los días intenta coger valor de donde sea para abrir la puerta de su casa e ir corriendo hacia ella para contárselo todo, o para abrir la ventana por donde siempre la observa y gritarlo todo sin dejarse nada.

Diana, así se llamaba la chica que le volvía loco, tenía entre catorce o dieciséis ********* más o menos pero aparentaba tener más edad, su pelo moreno con pequeñas mechas rojas le recorría toda su espalda moviéndose libremente por el efecto del viento que le soplaba de poniente. Su cara poseía una tez muy atractiva, en la que tenía un pirzing pequeño de color plata en la nariz. Sus ojos parecían ser hijos del cielo más claro y luminoso, no creía haber visto en su vida una mirada tan transparente y triste como la suya. Tenía un fino cuello donde siempre descansaba tranquilamente un lustroso collar de cadena dorada de donde colgaba un corazón roto a la mitad. Diana es de cuerpo esbelto que le encanta la vida del Mediterráneo a toda costa y el cuidado de su figura a pesar de parecer no importarle nada. toda ella es una belleza extraordinaria Mediterránea del Este de piernas finas y largas de un tono moreno latino. Nunca estaba pintada aunque tampoco parecía importarle porque siempre al final terminaba llorando, pero el motivo era algo que a él se le escapaba.

Aquél chico que todas las mañanas se asomaba tímidamente por la ventana para apreciar la belleza de Diana, se llamaba Germán y tenía dieciséis *********. Aquella mañana no era distinta, seguía mirándola sin cesar, sin cansarse, sin preocuparse por su desordenada habitación, sin hacer caso a la música que acompasaba al ambiente, Para él solo existía ella. Germán no se consideraba un chico guapo, pero tampoco se veía feo. Todos los días se daba un paseo a orillas del mar con su bicicleta azul, hasta que la vio, desde entonces se paró el tiempo y ya no existen más lugares para él que esa habitación y esa ventana, y ya no existen más viajes que transportarse hacia un sueño con ella. Su mano descansaba aburrida en un pelo desordenadamente rizado, un pelo castaño pero con toques rubios. Tenía los ojos muy verdes y su sonrisa, últimamente apagada, era de las sonrisas más sorprendentes que existían. Nunca llevaba puesta la misma ropa por la mañana que por la tarde y siempre, por defecto, solía ir bien vestido. Pero lo que más especial le hacía era ese lunarcito en forma de luna cerca del hombro. Él tenía un toque especial para tratar a las personas y nunca a tenido problemas para salir con cualquier chica que le gustase, pero aquella chica...

Una canción de Pereza y el sonido de vibración del su móvil le sacaron de sus pensamientos.

-¡Hola!- Era Juan, uno de sus amigos.
-Hola.
-¿Por qué no vienes con nosotros durante todo el día?... te tenemos una sorpresa preparada.
-¿Nosotros? ¿una sorpresa?- Hacía varios días que no veía a sus amigos.
-¡Vamos hombre! ¿no me digas que no te acuerdas de que día es hoy?- Todos los días eran igual para él desde que apareció esa chica al otro lado de la ventana.
-Lo siento, pero no.
-Bufff, en serio, tienes un problema- Si, y ese problema se llama "la chica guapa de detrás del cristal"- ¡hoy es tu cumple!- ¡Leches! no se acordaba.
-Claro, como no me iba a acordar, solo estaba disimulando- Mintió.
-Bueno ¿entonces, te vienes?
-De acuerdo. ¿Donde siempre no?
-Si.
-Ok, nos vemos, chao.
-Adiós.