martes, 7 de diciembre de 2010

Capítulo 13


A los cinco minutos de echarse sobre la cama para reanudar la partida que tenia con los sentimientos que tenía a flor de piel, alguien le llamó al móvil, Aquél día decidió coger las llamadas y enfrentarse a lo que le dijesen. Era su amigo. Decidió cogerlo.

- Sí que has tardado en cogerlo, ¿he?
- Es que no lo oí- Mintió, una mentira que no servía de nada, puesto que su amigo lo sabía todo y así fue como Juan se lo hizo saber a él.
- No es necesario que te disculpes, sé lo que te pasa- ¿Lo sabe?
- ¿Lo sabes?- ¿Qué sabía? ¿lo de Diana? no, no puede ser. ¿Tanto se le nota?
- Lo sé.- hizo una pequeña pausa- ¿Qué pasó el otro día cuando os presentamos?
- Nada importante, una gran estupidez mía.
- Pues deberías hablar con Diana y pedirla disculpas, está esperando ha hablar contigo.

No se lo podía creer, Diana no estaba allí por rutina, si no para hablar con él. Le dio un vuelco el corazón y a la vez se quería morir, había perdido un gran tiempo en llorarle a la almohada sin saber que Diana estaba en la orilla para hablar con él. Tampoco sabía que decirla, no tenía un discurso, no tenía un plan, en realidad nunca lo ha tenido, siempre se ha dejado guiar por lo que el corazón tenga que decir al respecto, pero en esa ocasión tenía miedo de quedarse como la última vez, sin palabras, mudo y tenía mucho miedo de que le rechazase.

- No, no puedo.
- ¿Por qué? tu estás coladito por ella- No era una pregunta, si no una afirmación.
- No,- Ala, una y otra vez contra la pared ¿por qué era tan tozudo?- seguro que me rechaza, no estoy seguro de que me vaya ha aceptar.
- El riesgo es fundamental para conseguir lo que uno se propone. Nunca se sabe. Nunca se está seguro. Pero uno se arriesga igual. La seguridad es para los que no aman lo suficiente.- ¿Hablaba por experiencia propia?- ¿Tú la amas?

¿La amaba? por supuesto, sin duda alguna. Si no ¿por qué ha estado llorando todos esos día, todas esas noches en vela? ¿por qué era ella el centro de sus pensamientos? Estaba completamente enamorado de ella.

- Sí, estoy completamente enamorado de ella, por eso mismo tengo miedo a que me rechace, por que si me rechaza me dolerá mucho.
- ¿Y no te duele ya?
- Sí, pero...- No sabía que replicar y agradeció que su amigo le interrumpiera para hablar.
- El no ya lo tienes. ¿No te das cuenta de que si te arriesgas puede que no lo consigas, pero si no te decides a decírselo no lo vas ha conseguir en la vida? amigo- Soltó un "ja" fuerte y forzado- esto es pura estadística, tienes el cincuenta por ciento de posibilidades de que te acepte, las mismas que tienes de que te rechace.- Notó que su amigo no decía nada y decidió dar por finalizada la llamada- Bueno, piensatelo. Te está esperando en la orilla para hablar contigo. yo que tu no me lo pensaba dos veces. Pero la decisión final es tuya, igual que la de Diana a sido presentarse allí para hablar contigo. Vamos animate y vé, te deseo suerte. Llamame cuando quieras, sabes que puedes contar conmigo.

No dijo nada más, es la segunda vez que no se despide de su amigo, pero en esta ocasión era diferente, en esta ocasión no sabía que decir. ¿Qué debía hacer? ¿por qué se queda parado sin hacer nada?, ¿por miedo?, ¿por miedo a qué? tal vez a que le rechace, pero ¿cuánto tiempo más podrá aguantar con ese sentimiento adueñándose de su corazón? ¿cuánto podrá resistir en silencio?

Juan tenia razón, si no la digo todo lo que siento por ella no tendré ninguna posibilidad, la dejaría plantada a orillas del mar y él se pasaría mucho rato llorando en aquella oscura habitación, en un día tan luminoso y frío a la vez por el temporal de tres días atrás. Igual que su corazón, que había mejorado, pero aún quedaban demasiadas secuelas de lo sucedido hace tres días en la misma orilla en la que ahora estaba aquella chica esperando ha hablar con él. ¿Por cuánto tiempo sería la chica que mirase por la ventana? Sí, estaba dispuesto ha averiguarlo en ese mismo momento.

Se levantó de la cama de un salto, decidido y, por primera vez, confiado de sí mismo. ¿Qué la dirá? aún no lo tenía del todo claro, pero la dirá que la quiere, la dirá que está enamorado de ella, que quiera estar junto a ella. Se vistió a toda prisa, se puso la chaqueta, salió de su habitación, se despidió de sus padres y salió a la calle al encuentro con Diana.

[][][]

Le temblaban las piernas, a cada paso que se acercaba a Diana, pero sus andares eran seguros y firmes, con un objetivo fijo, declararse.

Dio la vuelta a la esquina de su casa. Allí estaba, expectante a que él llegase, espectacular como ella sola. Ella en sí era espectáculo. Se iba acercando poco a poco y a cada paso que se acercaba le iban temblando más y más las piernas, hasta que llegó donde ella se encontraba y de pronto, su mente se quedó bloqueado. Dio gracias cuando fue ella la primera en hablar.

- Hola, lo siento, me parece que el otro día no nos presentamos como es debido.- ¿Le estaba hablando a él? ¡Claro! no había nadie más por allí, por supuesto que le estaba hablando a él.- Me llamo Diana.
- O-hola yo soy Germán.
- Encantada.- Y se acercó a darme dos besos.
- O-oye, perdón por lo del otro día, no tenía derecho ha ponerte la manta por encima y mucho menos a pedírtela con tanta desfachatez.- Ya estaban las disculpas hechas, ¿y ahora qué? ¿se declara? Toma aire y se dispone a soltarlo todo de golpe.- Verás, desde el día en que te conocí, me he estado preguntando por qué, después de lo que me hiciste, sigo pensando en ti. Es porque te quiero, desde hace mucho. Quiero que estés siempre conmigo, que me des parte de tu cariño, no solo en mis sueños, tampoco quiero que formes parte de mi vida, quiero que sea la nuestra, quiero tenerte de verdad.

Ya está ya ha dicho todo lo que tenía que decir. Cuando terminó de hablar empezó ha sentir mucho calor en la cara y acto seguido le volvieron ha temblar las piernas y sin darse cuenta fue bajando su mirada hasta sus pies.

- Perdoname tú a mí, he estado tan obsesa con mis problemas, que no he pensado que hay más personas con problemas. Por no pensar no he pensado ni tan siquiera en la posibilidad de que había más gente alrededor mío.- Hizo una pausa, esas palabras se correspondían a la parte de las disculpas. Ahora faltaba la segunda parte y al llegar a este punto parecía nerviosa, muy nerviosa.- Y con respecto a que me quieres, eh... nunca me he planteado que nadie me quiera, eh... y no creo que yo te corresponda, eh... buff... no se, me siento agobiada.- Sí era verdad, se mordía los labios.
- No te preocupes, tomate tu tiempo, puedo esperar un poco más.

Diana se le lanzó al cuello y empezó a sollozar, él la correspondió y la apretó con todas sus fuerzas, pero sin pasarse, a su cuerpo. Quería saber qué pasaba por su mente, que es lo que pensaba. Él también tenía ganas de llorar, no la quería perder e intentó prolongar aquél abrazo al máximo, pero llegó el momento de separarse.

- Lo siento Germán.- ¡Le había llamado por su nombre!- No estoy preparada para una relación con nadie.

Esas últimas palabra rompieron, en más pedazos, su corazón ya roto en dos. Ella se volvió ha morder los labios y nueva mente se abrazo a él, este abrazo duró más.

- Lo siento, de veras.- Lo decía con sinceridad.
- No pasa nada.- dijo como pudo y con un nudo en la garganta, que cuando llegase a su casa lo desataría sin cesar.- Entonces, ¿amigos?

Se soltó, me sonrió y volvió ha abrazarse a mí.

- No lo dudes.

2 comentarios:

  1. Me gusto mucho este capitulo! ^^ jaja por fin se hablaron bien! XD

    Un saludo! =)

    ResponderEliminar
  2. jajaja si :) aunque no esté correspondido.
    Gracias por leer.
    Besos

    ResponderEliminar