domingo, 31 de octubre de 2010

Capítulo 1


No se había movido en toda la mañana, la veía perfectamente desde la ventana, sentada en la suave arena de la orilla del mar, donde se preparaba para empezar un nuevo día ajena a todo lo que ocurría alrededor de ella. No hacía un buen día para estar en la playa, llovía a cantaros y hacía casi tanto frío como en Rusia del norte, sin embargo parecía permanecer inmune a todo esto, no parecía importarle nada, ni siquiera su persona. Ella estaba como en un día caluroso de Agosto como si quisiera que alguien la arropase, la abrazara o la diese ánimos para seguir viviendo. Ese alguien le gustaría ser a él, le gustaría que supiese que existe, que sepa que puede contar con él para lo que sea. Siempre que la ve le gustaría presentarse, decir quién es y todo lo que siente, todo lo que pasa por su mente cuando está cerca. La ve todos los días, y todos los días intenta coger valor de donde sea para abrir la puerta de su casa e ir corriendo hacia ella para contárselo todo, o para abrir la ventana por donde siempre la observa y gritarlo todo sin dejarse nada.

Diana, así se llamaba la chica que le volvía loco, tenía entre catorce o dieciséis ********* más o menos pero aparentaba tener más edad, su pelo moreno con pequeñas mechas rojas le recorría toda su espalda moviéndose libremente por el efecto del viento que le soplaba de poniente. Su cara poseía una tez muy atractiva, en la que tenía un pirzing pequeño de color plata en la nariz. Sus ojos parecían ser hijos del cielo más claro y luminoso, no creía haber visto en su vida una mirada tan transparente y triste como la suya. Tenía un fino cuello donde siempre descansaba tranquilamente un lustroso collar de cadena dorada de donde colgaba un corazón roto a la mitad. Diana es de cuerpo esbelto que le encanta la vida del Mediterráneo a toda costa y el cuidado de su figura a pesar de parecer no importarle nada. toda ella es una belleza extraordinaria Mediterránea del Este de piernas finas y largas de un tono moreno latino. Nunca estaba pintada aunque tampoco parecía importarle porque siempre al final terminaba llorando, pero el motivo era algo que a él se le escapaba.

Aquél chico que todas las mañanas se asomaba tímidamente por la ventana para apreciar la belleza de Diana, se llamaba Germán y tenía dieciséis *********. Aquella mañana no era distinta, seguía mirándola sin cesar, sin cansarse, sin preocuparse por su desordenada habitación, sin hacer caso a la música que acompasaba al ambiente, Para él solo existía ella. Germán no se consideraba un chico guapo, pero tampoco se veía feo. Todos los días se daba un paseo a orillas del mar con su bicicleta azul, hasta que la vio, desde entonces se paró el tiempo y ya no existen más lugares para él que esa habitación y esa ventana, y ya no existen más viajes que transportarse hacia un sueño con ella. Su mano descansaba aburrida en un pelo desordenadamente rizado, un pelo castaño pero con toques rubios. Tenía los ojos muy verdes y su sonrisa, últimamente apagada, era de las sonrisas más sorprendentes que existían. Nunca llevaba puesta la misma ropa por la mañana que por la tarde y siempre, por defecto, solía ir bien vestido. Pero lo que más especial le hacía era ese lunarcito en forma de luna cerca del hombro. Él tenía un toque especial para tratar a las personas y nunca a tenido problemas para salir con cualquier chica que le gustase, pero aquella chica...

Una canción de Pereza y el sonido de vibración del su móvil le sacaron de sus pensamientos.

-¡Hola!- Era Juan, uno de sus amigos.
-Hola.
-¿Por qué no vienes con nosotros durante todo el día?... te tenemos una sorpresa preparada.
-¿Nosotros? ¿una sorpresa?- Hacía varios días que no veía a sus amigos.
-¡Vamos hombre! ¿no me digas que no te acuerdas de que día es hoy?- Todos los días eran igual para él desde que apareció esa chica al otro lado de la ventana.
-Lo siento, pero no.
-Bufff, en serio, tienes un problema- Si, y ese problema se llama "la chica guapa de detrás del cristal"- ¡hoy es tu cumple!- ¡Leches! no se acordaba.
-Claro, como no me iba a acordar, solo estaba disimulando- Mintió.
-Bueno ¿entonces, te vienes?
-De acuerdo. ¿Donde siempre no?
-Si.
-Ok, nos vemos, chao.
-Adiós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario