domingo, 31 de octubre de 2010

Capítulo 2


No sabía que hacer, en realidad pocas veces a sabido que hacer. Eso si, ningún día faltaba a su cita con el ambiente marítimo Mediterráneo, ni siquiera aquel día tan lluvioso, llevaba rapa de lo más ligera aunque su madre le dijo que llevase un paraguas o algo de abrigo. No la hizo caso, en cualquier circunstancia nada le importaba lo más mínimo, ni siquiera su propia persona. todas las mañana se sentaba en la orilla del mar mirando directamente a los ojos del horizonte y allí se quedaba hasta la caída del sol esperando ilusamente a que él volviera a abrazarla una vez más y susurrarla al oído que no había pasado nada y que todo había sido un mal sueño, pero esto nunca sucedía, aquel día en el que estaba siendo observada por la copiosa lluvia no perecía ser distinto. Instintivamente se llevó la mano al collar que tenía prendido al cuello y le vinieron a la cabeza todo tipo de recuerdos buenos, sintió un enorme vacío dentro de su ser, un nudo muy fuerte en la garganta. Diana apretó por acto reflejo los dientes y acto seguido cerró los ojos, y así se quedó un buen rato respirando la brisa del mar, hasta que dentro de uno de los bolsillos de su pantalón baquero corto, una música vibrante de Evanescence sonaba débilmente. abrió lentamente los ojos, y nada más abrirlos se dio cuenta que no veía nada o que lo poco que veía se vislumbraba borrosamente en sus claros ojos azules. Ningún día había logrado no llorar. Lentamente bajo su mano hasta donde supuestamente seguía sonando el teléfono.

-¿Si?- Contestó con voz ronca, y se aclaró la garganta.
-¿Diana?
-Dime- Dijo desanimada.
-Oye, no puedes estar así durante toda la vida- Gema siempre preocupándose por ella.
-Bueno, ya veré yo lo que hago- No pretendía que sonase con tanta dureza.
-¡Venga! ¿por qué no te evades un poco y sales conmigo aunque sea?
-No me apetece.
-De acuerdo, si cambias de idea llamame ¿ok?- Se la notaba fastidiada, pero sabía que cuando Diana la decía que no la apetecía, no iba a conseguir ni hablar con ella- y animate, ¿lo harás?
-Lo intentaré.
-Así me gusta. Muuak. Besos. Te adoro- Esas fueron sus últimas palabras. Luego colgó.

Cerró su móvil y lo volvió a depositar en el bolsillo donde anteriormente lo encontró. Estuvo un buen rato quieta, en silencio, sin pensar, sin actuar ante ningún estímulo.

Ella, Diana, se consideraba una persona incapaz de levantarse después de haber caído, nunca se olvidaba de las cosas que habían sucedido a lo largo de su vida, y nunca olvidaría aquel acontecimiento que probablemente la condicione durante toda su vida. No vivía muy lejos de allí, pero lo suficiente como para estar completamente sola sin que nadie la moleste, solo había un problema aquella casa que estaba detrás suyo donde parecía no vivir nadie, asique tampoco la molestaba demasiado.

Seguía lloviendo sobre ella, sobre su pelo moreno. Volvió a dirigir su mano hacia el colgante, esta vez concientemente, y lo agarro con fuerza dentro de su puño. Cuando empezó a aflojar la joya se tumbó encima de la arena y cerro los ojos ante un cielo totalmente oscuro y en tinieblas, tanto como en su interior, y comenzó a llorar de nuevo. En ese momento lo único que quería era descansar y dormir, estaba completamente segura que se dormiría y que soñaría con sus recuerdos de él.


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