martes, 30 de noviembre de 2010

Capítulo 11


Se dirigía a toda carrera hacia la puerta de su casa, estaba llorando, no podía parar y la empezaron a fallar las piernas. No le apetecía para nada entrar en su casa, de modo que se frenó en seco cayéndose de rodillas en la húmeda arena y escondió su cara tras las manos y en una convulsión de hombros empezó a sollozar sin importarle nada. ¿Cómo puede estar tan afectada por algo que ocurrió hace tantísimos años? ella no tenía la contestación a esa respuesta y no pensaba que la tuviese algún día cercano.

Lo que le ha hecho esa noche su amiga no lo veía normal, y una persona que no conocía de nada y que no creía que tuviese nada que ver en todo ese asunto, que no cree que tuviese la culpa de nada, que le pareció estar allí porque su amigo, a quién tampoco conocía de nada, le guió. Se sentía como en el sueño, se sentía como si todo el mundo la observara y ella no se diese ni cuenta, se sentía como si todo el mundo fuese en contra suya, pero en esta ocasión no le pareció ver una luz al final del túnel, no le pareció haber oído la voz salvadora, y aquél chico, Germán, se ha llevado toda la palma de su cabreo por culpa de su amiga. O a lo mejor era por su culpa. Todos estos años centrándose en un problema que no tenía solución posible, que no se daba cuenta de que había más gente con problemas. Era una egoísta solo la interesaba solucionar su problema. Era una insensible, no le importaba lo mucho que doliesen sus palabras, ni el daño que pudiese acarrear a la gente que pasaba por su lado.

No se acuerda cuanto tiempo estuvo arrodillada en la arena, tampoco se acuerda cuando terminó durmiéndose. Al despertar se dio cuenta de donde se encontraba, miró hacia el mar y advirtió que el sol se levantaba a la vez que ella. Poco a poco empezó a recordar lo ocurrido la noche pasada, aunque decidió no haberlo hecho. La encerrona de su amiga y de Juan, de Germán que lo único que quería era hablar con ella, de la manta... No pensaba pedirle perdón, se arrepentía de todo lo que le digo, pero ¿quién era él para ponerla una manta por encima y luego pedírsela con todo el descaro del mundo? Estaba confundida, ya no sabía en quién confiar.

Se levantó cuando el sol ya se disponía a ponerse encima suya. Le escocían mucho los ojos y parecía tener congestionada la nariz, pero fue el mejor sueño que se había echado en años, en tal caso aún tenía la sensación de tener a todo el mundo en contra y el haber podido dormir sola al lado de su mar más querido, a orillas del mediterráneo, y que nadie la hubiese molestado parecía haberla puesto las ideas más claras que cuando llegó su amiga de no se sabe donde, cuando se despertó de mal gusto y con una pesadilla en mente, cosa que tuvo que pagar un chico llamado Germán.

No regresó a la playa en tres días. No tenía ganas de seguir mirando el horizonte o de tener visitas inesperadas en pleno relax. Aunque tenía las ideas más claras, aún estaba cabreada con todo el mundo. Sus padres no estaban en casa, se habían ido de vacaciones durante un mes, ella pensaba que era una prueba de confianza, pero la importaba muy poco, de vez en cuando sus padres llamaban para preguntar como iba todo. La verdad es que no era una chica muy desordenada, era cuidadosa, organizada y era responsable.

Los tres días que estuvo en casa solo puso el casete que tenía en su habitación con su emisora de radio favorita. Su habitación carecía de mesa de estudio, en su vez tenía una pequeña mesa de madera que a simple vista parecía estar limpia, allí era donde hacía los deberes. Su habitación también poseía postes de diversas cosas como su actor preferido, su grupo favorito... También contenía un diploma de atletismo y alguna que otra medalla de natación.

Se encontraba escuchando música cuando alguien llamó a su móvil y lo cogió:

-¿Si?
-Soy yo Gema- Saludó como si no hubiese pasado nada.
-Ya, me acabo de dar cuenta.- Dijo en tono sarcástico- No me apetece hablar, y mucho menos contigo- y colgó.

La volvió a llamar en varias ocasiones, hasta que se hartó de tantas llamadas de su amiga que no tuvo más remedio que coger la llamada.

-¡A ver! ¡¿Qué narices quieres?!
-Solo quería pedirte disculpas por la otra noche,- hizo una pausa que le pareció eterna- no sabes como está ese chico.
-¡Pues ni lo se ni me importa!- Se estaba empezando a calentar.
-Solo escuchame, y no grites por favor.- Esperó su contestación, pero se lo pensó dos veces y decidió escuchar.- Primero pedirte disculpas por lo de la noche pasada, confieso que fue una encerrona, pero ni a ti no te apetece conocer a gente y ese chico está pillado por ti.- Aunque hacía tiempo que lo sospechaba, la información le pilló por sorpresa- Mira, no se lo que pasó al final la otra noche, pero parece ser que al final no te dijo nada. Hay vida más allá de los sueños ¿sabes?- La reflexión de Gema también le pilló por sorpresa- Enfréntate a la realidad tía, si no le plantas cara querrá decir que ya no perteneces a este mundo y todo lo que has sufrido, todo lo que has llorado en su memoria no servirá para nada si no vives la vida por él. Tú ya no puedes hacer nada, solo puedes continuar lo que dejó a medias y tal como estás actuando no lo conseguirás, honrarle con felicidad y no con sufrimientos, con risas y no con llantos sin sentido. No te estoy pidiendo que le olvides, te estoy pidiendo que te acuerdes de él.- No la dejó opción a contestar, lo dijo todo seguido y ahora parecía que le faltaba el aire. Aquella última frase le hizo preguntarse que es lo que ha estado haciendo durante todos esos años. Ahora era a ella a quién le faltaba el aire y no supo que decir. Ante el silencio inminente su amiga siguió hablando.- Lo único que te pido es que te lo pienses y cuando estés decidida a seguir viviendo habla con Germán.

Cuando su amiga colgó ella aún tenía el móvil de la mano, confusa y aturdida, y se sentía fatal por su comportamiento, ¿a cuántas personas habría hecho sufrir sin contar con Germán? ¿cuántas personas habrían pasado por su lado sin ella percatarse de que la vida seguía? no podía dar marcha atrás al reloj y hacer como si no hubiese pasado nada, pero si podía cambiar el presente. Decidió seguir el consejo de Gema, se vistió para salir, se peinó con cautela, se puso un abrigo por si se daba el caso de que refrescase y se dirigió al lugar donde perdió toda buena imagen que pudiera tener en los ojos de aquél chico, no sabía por qué, pero tenía la sensación de que estaría lo suficiente cerca de él como para que la viese.

2 comentarios:

  1. Me encanta! Y me dejaste con mucha intriga XD espero que subas pronto el siguiente ;)

    Un saludo! =)

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  2. jaja... gacias, por cierto me hize seguidor de tu blog. me alegro de que te guste mi historia.

    besos :D

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